La herencia (o la sombra) de la Escuela vasca es larga, generalmente en sentido positivo, ya que ha conseguido consagrar como tierra de escultores a varias generaciones de artistas que han bebido de la vanguardia y lo contemporáneo sabiendo generar diálogos políticos, sociales, y claramente plásticos, con la sociedad, la cual nos hace comprender el lenguaje escultórico más allá de la capacidad de factura técnica de ciertos objetos, convirtiéndolo en una disciplina líquida y permeable. Bajo el título de 'Topalekuak', Tabakalera celebra el centenario del escultor vasco Eduardo Chillida adaptándolo a su carácter de centro de creación contemporánea. Así, hasta octubre, allí podemos ver las obras de creadores internacionales de una generación muy joven: Josu Bilbao (Bermeo, 1978), Juf [Beatriz...
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