En la cadena nacional del domingo, Pilar Cisneros y Rodrigo Chaves hicieron uso de la posverdad para seguir con su estrategia de atacar a la Contraloría General de la República, obsesionados por conseguir el manejo de los fondos públicos “a dedo”.
Cisneros, sin embargo, fue incapaz de presentar un solo argumento sólido a favor de su consentida “ley jaguar” y, siguiendo el manual del perfecto populista, echó mano de fragmentos de críticas hechas en el pasado por Rafael Ángel Calderón, Óscar Arias, Laura Chinchilla y Miguel Ángel Rodríguez sobre la labor de fiscalización de la Contraloría. Con ello, logró el efecto contrario.
Lo dicho por los expresidentes, si bien deja entrever un resquemor con respecto a la tarea de la CGR, demuestra también que los cuatro ejercieron la crítica característica dentro de una democracia, la Contraloría hizo su trabajo de control y ellos respetaron la fiscalización.
Ninguno retó a la Contraloría a un estéril “duelo” entre sus ministros de Planificación ni utilizó argumentos ad hominem para descalificar a la contralora.
La ferocidad contra ellos no es de extrañar, ya que los cuatro, pero especialmente Laura Chinchilla (la mujer), se hicieron acreedores de la furia del Ejecutivo y de la diputada por firmar recientemente un manifiesto reivindicando la democracia costarricense, calificada por Rodrigo Chaves de “dictadura perfecta” o, su sinónimo, “tiranía perfecta”.
El ensañamiento contra Chinchilla era previsible, pues describió cómo operan los populistas: comienzan con el debilitamiento de las instituciones democráticas, tergiversan la historia institucional del país, atacan a las instituciones y el final es todo menos feliz.
Pilar Cisneros, el domingo, citó además el proyecto de ley 18732, presentado en el gobierno de Chinchilla a raíz del informe de una comisión de notables nombrada por ella, pero la legisladora del PPSD omitió una parte fundamental: el expediente fue archivado porque, como se lee en el informe técnico integrado, la inclusión de muchos temas en un solo plan de reforma era contraproducente, se empleaba una técnica legislativa inadecuada o poco elaborada para el desarrollo normativo de los contenidos, rozaba la Constitución y estaba plagado de otros defectos.
Las razones por las cuales el proyecto de Laura Chinchilla fue rechazado en el 2014 quizá sea un anticipo del destino de la coja “ley jaguar”.
La autora es editora de Opinión de La Nación.
