Desde la creación de los Mundiales de Fútbol en 1930, cuya primera edición se celebró en Uruguay, se cumplirán 100 años de esta competencia en 2030. Durante este siglo de historia, solo ocho países han tenido el honor de levantar la Copa del Mundo, demostrando así la complejidad y la dificultad de alcanzar la cima en el fútbol mundial. De hecho, únicamente 2 de las 6 confederaciones han producido campeones. Sin embargo, un dato curioso y revelador emerge al observar estos campeones: de los 8 países que han logrado esta hazaña, 7 permiten Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) en sus ligas. Argentina, siendo la última campeona del mundo, es la única que sigue un camino diferente, con el 95% de sus jugadores participando en ligas SAD, porcentaje que habla por sí solo.
Hace unas semanas visitó Buenos Aires el Sr. Javier Tebas, Presidente de La Liga española. Durante su estadía, Tebas compartió su visión sobre el proceso de crecimiento de su liga a través de la incorporación de capital privado en los clubes. Según Tebas, esta medida no solo ha mejorado la infraestructura, sino que también ha incrementado significativamente los ingresos por derechos televisivos. Actualmente, La Liga española recibe aproximadamente 1.800 millones de dólares al año por este concepto, en contraste con los menos de 100 millones de dólares que percibe la Liga Argentina de Fútbol. Esta diferencia abismal, plantea una pregunta crucial: ¿es posible que una liga sea 18 veces superior a otra en términos económicos?
Para obtener una perspectiva más amplia, consulté a cinco presidentes de las ligas más importantes del mundo. Todos coincidieron en que no existe una única fórmula para el éxito, pero destacaron que una liga de 30 equipos, como la argentina, es inviable. Los compradores de derechos televisivos necesitan estabilidad y previsibilidad para hacer rentable el negocio, algo que no se puede lograr en un entorno donde los días y horarios de los partidos cambian constantemente. El desorden y la falta de planificación son obstáculos que impiden el crecimiento.
En la era moderna, el precio del contenido tiende a ser uniforme en todo el mundo. Por ejemplo, plataformas como Netflix o Spotify tienen precios similares globalmente. En el caso de Netflix, pagamos 10 dólares tanto en Argentina como en Francia o Somalia. Sin embargo, el contenido de fútbol parece ser una excepción en la Liga Argentina, donde los números reflejan una realidad muy distinta.
La tecnología actual ofrece herramientas poderosas para entender y capitalizar el mercado del fútbol. Hoy en día, es posible saber en tiempo real quiénes y dónde se habla de fútbol en general y del fútbol argentino en particular. Esta tecnología es utilizada con gran eficacia por clubes como el Real Madrid para vender sus productos. Identifican dónde hay interés y, de inmediato, envían publicidad dirigida a esas áreas.
Tuve la oportunidad de participar en una demostración presencial con Microsoft ( GSIC ) en Madrid, donde la destacada Lic. Iris Córdoba nos mostró en una pantalla gigante en tiempo real dónde se estaba hablando sobre el Real Madrid. De esta manera, el club optimiza sus ventas de merchandising, inscripciones y fideliza a sus fans en todo el mundo. Esta estrategia permite a los clubes maximizar sus ingresos, incluso los televisivos independientemente de la economía local del generador de contenido.
En este contexto, Argentina parece estar desaprovechando una oportunidad de oro. A pesar de estar en el centro de atención mundial, especialmente tras el reciente triunfo en el Mundial, las estructuras y políticas actuales no permiten aprovechar plenamente este interés global. La transformación del fútbol argentino es posible, pero requiere una intervención profunda y decidida. No se trata solo de introducir capital privado, sino de adoptar un enfoque integral que incluya capacidad, visión, estrategia, profesionalismo, integridad y convicción.
El gobierno Nacional a través de la Ley de Bases ha iniciado un primer paso que es necesario comenzar a trabajar. Permitir que los socios de los clubes decidan sobre su futuro es un primer paso crucial para potenciar toda la industria. Estamos al menos 30 años atrasados en comparación con las ligas más avanzadas del mundo en términos de calidad de estadios, campos de entrenamiento, accesos y, por supuesto, ingresos televisivos.
No solo por el bien del deporte, sino también por el beneficio económico y social que una liga fuerte y bien gestionada puede traer al país.
El ingreso de capitales privados al fútbol en Argentina es un tema complejo y multifacético que merece un debate profundo y bien informado. Los beneficios potenciales son enormes, pero los riesgos también son significativos. La clave está en encontrar un equilibrio que permita modernizar y profesionalizar el fútbol argentino sin perder su esencia y su vínculo con la comunidad. Que brinde crecimiento y progreso. Que sea inclusivo y comprometido con su entorno. Solo así podremos asegurar un futuro próspero y sostenible para el deporte más querido del país.
