«Deseamos recuperar la representación en el Congreso de los Diputados de España, como la tuvimos una vez. Y queremos volver a España porque es un país democrático y moderno, comprometido con nuestra civilización occidental. Y que viva España, madre patria, y que viva Puerto Rico española. ¡Olé!». Con estas palabras acabó su alocución Anette Falcón en el Comité Especial de Descolonización de la ONU, celebrado la pasada semana en Nueva York. La activista representó junto a su compañero José Miguel Velázquez Sánchez a la organización Adelante Reunificacionistas o Reunificacionistas en Acción, una de las plataformas de la sociedad civil puertorriqueña que participan cada año en este foro de las Naciones Unidas para impulsar la autodeterminación y la independencia de Puerto Rico.
La isla sigue siendo un Estado Libre Asociado a Estados Unidos, un territorio no incorporado cuyos ciudadanos, aunque obligados a pagar impuestos federales como cualquier otro ciudadano estadounidense, carecen de representación con derecho a voto en Washington. Tampoco pueden los puertorriqueños votar en las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
En los próximos meses, el estatus de la isla puede cambiar –o no–, en función de la aprobación –o no– de la Ley para el Estatus de Puerto Rico, un proyecto legislativo que pretende ofrecer a los puertorriqueños tres opciones: la solución de la estadidad, es decir, convertirse en un estado de pleno derecho bajo la soberanía de Estados Unidos, como Wisconsin o Virginia; la independencia, esto es, pasar a ser un Estado soberano; o mantener el actual statu quo.
Desde que Puerto Rico pasara a manos estadounidenses tras la guerra de 1898, el Congreso norteamericano ha debatido más de 152 proyectos de ley sobre el estatus de la isla, pero ninguno ha salido adelante. La receta de Anette Falcón para solucionar la crisis política de Puerto Rico pasa por la reunificación pactada con España, su antigua metrópoli, y pasar a ser la decimoctava comunidad autónoma del Estado.
«Han transcurrido 125 años desde que Puerto Rico era provincia española, y los puertorriqueños poseíamos los derechos de cualquier español. Sin embargo, fue bajo las armas de los Estados Unidos cuando dejó de ser territorio español, y desde entonces somos una colonia de Estados Unidos», lamentó la activista durante su intervención en el foro de la ONU.
No obstante, el movimiento reunificacionista, nacido en Puerto Rico a principios de siglo, es minoritario. Un sondeo del diario Metro publicado en junio de 2014 situaba esa opción en torno al 15 por ciento de aprobación. «Los pocos puertorriqueños que nos consideramos ‘españoles’ (aunque todos, excepto algún otro desaforado, se saben hispanos), lo hacemos porque reconocemos que de no haber ocurrido la invasión estadounidense, Puerto Rico aun sería una provincia española, igual que Canarias. Todo puertorriqueño, aun sea de apariencia negra, tiene ascendencia española: somos la misma gente, en una condición histórico-geográfica distinta a la península. Como provincia española Puerto Rico tenía representación electa en el congreso español; como territorio no-incorporado de Estados Unidos, no tenemos representación parlamentaria. Nuestra condición actual es por tanto menos democrática que cuando éramos provincia de España», explicaba hace tres años el escritor puertorriqueño Jósean Figueroa.