En ocasiones, el mundo de la cultura nombra aquello que todos piensan pero nadie dice. Hace unos años, el grupo de indie pop menorquín Verlaat compuso una canción que se entona en la isla como una letanía íntima y compartida cada vez que llega la temporada alta: “Qué complicat sobreviure per ca nostra (…) massificat, el turisme de Menorca, paradís estacional, si es regenera m’és igual, la postal es lo que importa” (“Qué complicado sobrevivir por nuestra casa (…) masificado, el turismo de Menorca, paraíso estacional, si se regenera me da igual, la postal es lo que importa). La masificación turística ya es una realidad cotidiana en Balears y Menorca no es una excepción.
El pistoletazo de salida del verano lo marcan las populares y cada vez más masivas Festes de Sant Joan, en Ciutadella. La fiesta mayor de la antigua capital de Menorca coincide con el fin del año lectivo en escuelas e institutos y con la publicación de los resultados de las pruebas de la Selectividad, lo que convierte a Ciutadella en un destino predilecto para jóvenes con ganas de celebrar. El solsticio de verano como escenario para un gran ritual de paso juvenil donde la masificación y el descontrol son moneda corriente desde hace varios años.
Este 2024 no será una excepción. Según Ports de Balears, se espera que sólo por vía marítima lleguen a Menorca entre 25.000 y 49.000 personas entre el 22 y el 25 de junio, casi el doble de la población de Ciutadella, que arribarán a la ciudad con prisa y sin pausa en más de 30 barcos operados por tres navieras (Baleária, Trasmapi y Corsica Ferries) que recorren distintos trayectos, con origen especialmente desde Mallorca y Catalunya.
La alcaldesa de Ciutadella, Juana Mari Pons (PP), ha recibido a elDiario.es en su despacho para contar cómo se han desarrollado los preparativos para las fiestas y cómo enfrenta su gestión el problema de la masividad. “Personalmente tengo muchas ganas de encarar este desafío y como buena ciutadellenca espero que funcione todo bien. Este año el tema que me preocupa más es la seguridad, porque es cierto que en los últimos años hay cada vez más gente y cada año que pasa es una fiesta más masiva”, ha reconocido la alcaldesa, aunque negó la posibilidad de imitar iniciativas -como la del Consell Insular de Eivissa o Formentera-, y buscar vías para limitar la llegada de visitantes por estas fechas.
“Entiendo que en Eivissa se hizo un decreto por temas de masificación en momentos puntuales. En cualquier caso esto es competencia del Consell, nosotros estamos abiertos al diálogo y a estudiar lo que se proponga pero de momento no podemos controlar los aviones y barcos, no podemos limitar la llegada de visitantes. Tenemos que trabajar con este aumento de población y lo afrontamos con más policías, con más seguridad, con más voluntarios, con más efectivos de Protección Civil y de Cruz Roja”, señala la alcaldesa.
Gemma F. es filóloga catalana, nacida y criada en Ciutadella. En diálogo con elDiario.es señala que no ve posible recuperar el espíritu original de las fiestas de su pueblo. “Lo que termina pasando es que los residentes terminamos por renunciar a algunos espacios de la fiesta y al final nos limitamos a habitar algunos momentos que quizá no son tan espectaculares. No creo que pueda revertirse esta situación, es casi imposible”, explica.
Reclamos como el de Gemma F. recorren de punta a punta las protestas y las movilizaciones sociales ocurridas en las últimas semanas en toda la comunidad autónoma. A pesar de ello, la masificación sigue sin encontrar límites en Balears. Con todo, las administraciones públicas parecen -al menos discursivamente- acusar recibo del malestar social y ensayan algunas medidas aún lejanas a la limitación de turistas reclamada por las coordinadoras territoriales y movimientos sociales de las islas.
“Hay otras medidas que se pueden tomar, por ejemplo, la posibilidad de aumentar la ecotasa en los meses de mayor afluencia. Son cosas que podríamos dialogar llegado el caso. De momento la apuesta es por ampliar y mejorar la información con una campaña muy potente para concienciar a la gente de que las Fiestas de Sant Joan no es sólo venir a beber. Se trata de una iniciativa en la que hemos invertido casi cien mil euros que ha aportado el Govern, destinados a transmitir el verdadero espíritu y sentimiento santjoaner, con folletos, policías tutores en los ferrys y campañas en medios como TV3 e IB3”, recalcan desde las instituciones.
Según ha podido saber elDiario.es, el Plan Director de Seguridad de este año incluye un despliegue de hasta 473 efectivos policiales y más de medio millón de euros de inversión. “Son cincuenta efectivos más que el año pasado, además recibimos refuerzos de todos los municipios de Menorca e incluso de otras ciudades y pueblos de Mallorca. También están presentes las Unidades de Prevención y Reacción (UPR) de la Policía Nacional con acuartelamiento en Madrid y Palma, como refuerzo para el trabajo de los agentes de Policía Local”, señalan fuentes del consistorio.
Marc S. tiene 18 años y es de Manacor. Junto a cinco amigos llegó la mañana del pasado sábado al Puerto de Ciutadella en el ferry Abel Matutes de Baleària con la intención de participar en las fiestas de Sant Joan, junto a varios cientos de jóvenes venidos de la isla vecina. “Para nosotros es la primera gran fiesta del verano y queremos venir a disfrutar después de los exámenes”, explica en declaraciones a elDiario.es, y añade que durante el trayecto entre Mallorca y Menorca pudo informarse sobre la campaña desarrollada por el Consell y el Govern para pasar “unas buenas fiestas”. “Sabemos que no todo es venir a beber y descontrolar”, explica, prometiendo “no desfasar”.
Mientras los acordes del Primer Toc de Fabiol dan inicio a la fiesta mayor, por toda Ciutadella estalla la euforia que se apodera de cada rincón del pueblo. Los caixers iniciarán el primer replec de las fiestas para asistir a la ermita de Sant Joan de Missa, una liturgia que se repite cada año y aún conserva algo del misticismo antiguo y misterioso de esta fiesta. Alrededor de la Plaza del Born una multitud se agolpa esperando el caragol, momento en que los jinetes hacen caminar en dos patas a los caballos de raza menorquina, que piafan nerviosos en las calles aledañas. Cientos y miles de personas los tocan, golpean y empujan saboreando el momento del jaleo mientras suena la banda.
Pero no todos comparten el ambiente santjoaner y las expectativas en que esta fiesta pueda mantener su esencia frente a la masificación turística y los viajes de borrachera. “Hay una dimensión de esta fiesta que ya está completamente capturada por la cultura del alcoholismo que tenemos como sociedad. Es triste pensarlo así, pero desde que se ha masificado este es el único punto de Sant Joan: venir a emborracharse dos días seguidos”, explica la concejal de la oposición Carla Gener (Endavant), quien se muestra escéptica sobre las posibilidades reales de que la fiesta más importante de Ciutadella deje de ser un evento cada vez menos festivo y más un gran botellón a cielo abierto.
“No va a dejar de venir gente. Se hacen campañas de concienciación, se habla con las empresas de charters, las aerolíneas y las empresas de ferrys para que no publiciten la fiesta, se les ha pedido conciencia y se les ha solicitado que limiten las ofertas lowcost pero cada año tenemos la misma postal. Ahora incluso se han dispuesto policías tutores dentro de los barcos pero yo sigo pensando que son sólo parches. El daño ya está hecho y es muy difícil de revertir”, sentencia Gener.