El encargado de firmar el doblete que valió un ascenso fue
Javi Puado, pero el primer gol del Espanyol en la finalísima disputada este domingo ante el
Oviedo hay que otorgárselo a su afición. Los pericos, históricamente maltratados por un destino que le ha negado muchos éxitos que ha merecido, olvidaron por un día su desencanto con la actual propiedad y todo lo mal que lo han pasado este último año para empujar con todas sus fuerzas al equipo hasta auparlo a la Primera división. A buen seguro que hoy son miles los aficionados blanquiazules que están sufriendo de afonía, pero poco les importa sabiendo que el próximo curso su equipo estará en una máxima categoría del fútbol español a la que pertenece.
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