Reflexionar sobre el pasado reciente para entender por qué hay una coalición de derecha, respaldada en el Congreso por fuerzas de extrema izquierda, que desarrolla una estrategia de copamiento institucional y de destrucción de cualquier reforma progresista ha sido el origen del nuevo libro del exministro y exparlamentario Gino Costa. En La democracia tomada (IEP/2024) le toma el pulso a lo que fue el breve gobierno de Pedro Castillo y su intento de dar un golpe de Estado. Para Costa, la situación que vivimos, con un Congreso que da leyes para beneficiarse, tiene su origen en la pésima gestión del maestro que llegó a Palacio de Gobierno.
En el prólogo de su libro describe el momento actual de la siguiente manera: “Tenemos una democracia tomada por fuerzas que desprecian el bien común y a la propia democracia, que para sobrevivir y prosperar requieren hacerlo en la oscuridad, sin controles externos o internos”. La frase está bien colocada, pero me parece que hay una imprecisión. La gente que hace estas cosas no está en la oscuridad, ya no se oculta, lo hace con total libertad.
Cuando digo “necesitan de la oscuridad”, quiero decir que este proyecto mafioso, por los intereses que representa, requiere de un régimen autoritario. No es compatible con la transparencia, las libertades y el equilibrio de poderes de la democracia. Y por eso, porque representa esos intereses y quiere perpetuarse en el poder, apunta a ocupar el sistema institucional para someterlo, de manera que no tenga contrapesos ni controles.
Cuando usted habla de este proyecto, ¿se refiere a las bancadas que están en el Congreso o a otros personajes que no conocemos?
Mira, es un proyecto que encabeza Keiko Fujimori y en el que la acompañan sus aliados de derecha y que tiene varios otros aliados en el Congreso, casi en todas las bancadas. Para empezar, en la izquierda, está Cerrón, pieza clave de esa coalición, que hoy controla el Congreso y que desde el Congreso tiene una estrategia de copamiento institucional. Y por supuesto también está la bancada magisterial.
El grupo de Pedro Castillo…
En la izquierda, el socio mayor es Cerrón, pero la bancada de Castillo está en esa coalición. Y por supuesto los Luna, Acuña, y los niños de Acción Popular. Es un proyecto grande, que a mí me recuerda al de los 90.
Entremos allí. Estamos hablando de este proyecto de derecha, que aparentemente lidera Keiko Fujimori y que tiene su expresión más importante en el Congreso. ¿Cuál es la reforma más peligrosa que han aprobado hasta este momento?
Si tú quieres evaluar el récord, hay tres momentos, uno es el Congreso disuelto y luego Merino, que es muy breve; después está el fracaso de Pedro Castillo con su autogolpe y al final entra Dina. Y Dina ya entra como una presidenta sometida a este Congreso. Pero en todo este periodo no encontrarás ninguna iniciativa de política pública o proyecto de ley de gran reforma institucional. Más bien, la estrategia es destruir las reformas institucionales: la reforma universitaria, la reforma educativa, con el enfoque de género y la educación sexual integral, la propia carrera pública. No hay ninguna iniciativa de reforma institucional nueva, sino es destrucción de las que hay y oposición a las que emergen. Por otro lado, hay una estrategia de copamiento. Por eso apuntan a tomar la Fiscalía. Ahora, si me tengo que referir a una norma en concreto, peligrosa, está la que desnaturaliza la colaboración eficaz, que me parece gravísima. Y hay otra, que está esperando que nos distraigamos para que se apruebe, que es la que pretende acabar con la extinción de dominio, que es también un instrumento fundamental de lucha contra el crimen organizado. Más recientemente está la ley que excluye a los partidos políticos de ser investigados como organizaciones criminales.
¿Cuál es la mayor evidencia de la coordinación entre las fuerzas de derecha y la izquierda del señor Cerrón? ¿Será el nombramiento de un Defensor del Pueblo que juega para ambos grupos?
Bueno, el actual Tribunal Constitucional se arma sobre la base de una transacción de la que es parte Cerrón y también la bancada magisterial. Dan el visto bueno para el TC que arma la derecha, y a la izquierda le dan la posibilidad de tener al abogado defensor de Vladimir Cerrón como Defensor del Pueblo, sin tener experiencia ni credenciales. Pero además coinciden en su agenda a favor de la impunidad. Tú ves que Cerrón está libre, no lo detienen porque no quieren detenerlo.
En su libro menciona tres aspectos que nos han llevado a esta situación. Uno es la pandemia, la otra es la corrupción y la tercera es que últimamente hemos tenido gobiernos que no tienen mayoría parlamentaria. ¿Cómo se soluciona ese último problema? ¿De quién depende? ¿De los electores, de los partidos, de las reglas electorales?
Eso tiene que ver con la fragmentación política. No hemos evitado que ocurra ni estamos discutiendo medidas para poder contrarrestarlo. Ya tuvimos un gobierno en minoría de PPK y eso explica la tremenda inestabilidad que tuvimos, eso más la decisión de Keiko Fujimori de no aceptar los resultados electorales.
Claro. Ella se envanece y advierte que va a mostrar todo el poder parlamentario que obtuvo en ese momento.
“Vamos a gobernar desde el Congreso”, dice, como si ese fuera el primer poder del Estado, cuando lo que correspondía era llegar a entendimientos.
Y tampoco es que fueran muy distintos.
No lo eran. PPK cinco años antes la había apoyado en la segunda vuelta. Tenían grandes coincidencias en lo económico. Hay que hacer una reflexión, en el marco de las reformas políticas a futuro, sobre qué hacemos con estos presidentes sin mayoría.
¿Una solución es que las elecciones parlamentarias se separen de las elecciones presidenciales, que se hagan en fechas distintas?
Esa es una de las propuestas que hizo la comisión para la reforma política que encabezó Fernando Tuesta. Él propuso, no el modelo francés, que es una tercera vuelta, con elecciones parlamentarias, cuando ya sabes quién es el presidente. Lo que propusieron es votar las parlamentarias en la segunda vuelta. Yo creo que esa podría ser. La otra es tener renovación del Congreso por mitades, de manera de ir haciendo correcciones en el camino.
Hay otro dato que cita en su libro, la mayoría de liderazgos de partidos nacionales son limeños. Por lo tanto, se ven obligados a convivir con movimientos regionales. ¿Es por eso que han buscado eliminar a los movimientos regionales en el Congreso?
Yo creo que, para reducir la fragmentación, sería ideal tener solo partidos regionales. Pero como los partidos nacionales no son representativos en el interior, ha sido necesario abrir el espacio para que las propias regiones se doten de representación. Hay movimientos regionales porque es necesario que los haya, porque los partidos no son lo suficientemente representativos en regiones. Por eso yo creo que la decisión del Congreso es equivocada y va a perjudicar la representación. Ya tenemos problemas de representación y con la eliminación de los movimientos regionales, esto se va a agudizar.
Desde fuera, lo que se ve es que están votando contra los movimientos regionales, partidos que no tienen ni un solo gobernador regional. Más que una reforma parece una revancha.
Correcto. Los únicos partidos que tienen representación nacional son APP y Somos Perú. Los demás son movimientos asentados en Lima.
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Estamos en esta situación en la que Dina Boluarte tiene muy poco poder político y el poder real recae en esta coalición de la que hemos hablado, ¿cuánta responsabilidad le toca a Pedro Castillo por esta situación?
Yo creo que mucha, porque él se embarca en un golpe democrático para salvar su lugar en la historia, sin ninguna posibilidad de éxito, y le entrega el poder a sus opositores. Él es responsable de que Dina sea presidenta y de que el Congreso tenga el poder que tiene hoy día. Es más, él a través de su bancada es parte de ese Congreso.
Hablemos de usted. ¿Es usted un político de centro?
Yo creo que necesitamos rescatar al país del abismo al que nos ha llevado esta gran coalición. Creo que ahora lo menos importante es ubicarse en el espectro político en términos doctrinarios. Lo importante es formar un frente contra la corrupción y las mafias que nos están llevando al abismo.
Se le vio con los líderes del movimiento Lo Justo, ¿se mantiene con ellos en el último cambio que han hecho?
No, yo no soy más parte de este proyecto.
Estuvo escasísimo tiempo.
Yo me entusiasmé con Lo Justo, pero fuimos víctimas de tres sucesivos cambios en las reglas de juego, en los últimos meses. Y el último cambio introducido por el Congreso hizo imposible que llegáramos al 12 de julio con la inscripción, cuando recién empezábamos a recoger firmas y a formar comités en febrero. Es materialmente imposible, nadie lo ha hecho. Debía ser un año, pero nos lo redujeron a la mitad. Por eso se iniciaron conversaciones para ver si encontrábamos un partido inscrito con el que pudiéramos juntarnos.
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Y a usted no le gusta estar con el partido del señor Miguel del Castillo.
Yo preferí dar un paso al costado.
¿Y eso significa renunciar a cualquier aspiración electoral?
Mire, las elecciones son de acá dos años. Me ilusionaba mucho volver a la política activa con el equipo con el que echamos a andar Lo Justo y esa experiencia se ha frustrado. Seguiré en el trabajo académico.
¿Le reprocha algo a la señora Flor Pablo o a Marisol Pérez Tello?
No. No les reprocho nada. Tenían razones para tomar la decisión que tomaron. Y yo tenía las mías.