Puedo asegurar que en los últimos tiempos no habíamos disfrutado de un certamen de tanta calidad y buen tino como lo hasta ahora presentado en la 1ra. Bienal de Humor Político, La Habana 2024. Dedicado a la lucha contra el neofascismo, los organizadores del evento han abierto más que una puerta ante los ojos de creadores, investigadores, críticos… y por supuesto, el público asistente que ha podido disfrutar de magníficas exposiciones (incluidas las del Salón en competencia), magistrales conferencias y la muestra sorprendente de los fondos de humor gráfico de importantes instituciones ligadas a las artes plásticas, como el Museo de Bellas Artes, la Casa de las Américas, la Biblioteca Nacional, el Museo del Humor de San Antonio de los Baños…
Cuando me preguntaron cuál de las acciones ocurridas me gustaría destacar, me quedé sin palabras, mientras buscaba en la memoria. Se me hacía imposible subrayar alguno de los momentos vividos por estos días, más allá del rencuentro con viejos y nuevos colegas. Cada instante se ha vivido con intensidad. Desde la apertura y premiación de Salón principal no ha existido un momento de puro trámite, de puente o cortinilla entre las grandes convocatorias. Todas las citas han sido importantes, concretas, necesarias. Cargadas de gran profesionalidad y profundos sentimientos.
Si tuviera que decidirme por algo en particular quizá optaría por el atinado acercamiento a las instituciones que marcan el quehacer más puntual y consistente en defensa del acervo cultural, y la conformación de nuestra identidad como nación. Es marcar, con indiscutible fuerza, la validez, el vuelo y la importancia que merecen el humor gráfico y las artes plásticas a la hora de mostrar lo más autóctono y profundo de nuestra idiosincrasia, apegado a los largos años de lucha y el innegable carácter antimperialista.
Ha sido esta cita un momento crucial para recordar el potencial en el humor político y la crítica social, que siempre ha existido en nuestro país, desde la República hasta nuestros días.
Las exposiciones retrospectivas de las principales publicaciones de humor gráfico a lo largo de la Isla (Palante, Melaíto y dedeté) nos han dejado con un sabor agridulce en los labios. ¿Cuánto tiempo y espacio hemos perdido? ¿Cómo ignorar el patrimonio cultural de un lenguaje que siempre ha marchado a la par con todos los procesos históricos y sociales? ¿Estaremos viviendo la resurrección de tan legendaria herramienta que ha mostrado con creces su eficaz modo de comunicación, y que nunca debimos perder de vista? Yo espero que sí.
Para próximos días se avecinan importantes intercambios con escuelas y talleres de artes plásticas. Este sería sin dudas el colofón de esta gran fiesta que debe ir más allá de un momento coyuntural, o una necesaria campaña político-cultural contra el fascismo y la guerra. Es necesario mantener viva esta llama, no olviden que como diría el gran dramaturgo Bertolt Brecht: «El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma».
El caricaturista y abuelito Lema fue dibujado por otro abuelito. Ocurrió en la acertada visita que se realizó el Día de los padres al hogar de ancianos La Colonia, en el municipio de Boyeros. Experiencia que debe repetirse.
Nuestro presidente de la UPEC, Ricardo Ronquillo (a la derecha), junto al caricaturista venezolano Iván Lira, durante la inauguración de la expo Kemchs y Lira, que usted puede apreciar en el CPI.
El pintor e investigador López Oliva (izquierda) y Manuel Hernández, premio de Honor de la Bienal, aportaron sus criterios en los eventos teóricos y en otros espacios de intercambio.
Casa de las Américas muestra durante estos días parte de lo mejor del dibujo político de Latinoamérica. El mexicano Kemchs (a la izquierda) y el venezolano Iván Lira frente al legendario Árbol de la vida durante un encuentro realizado en esta institución.