Es conocido que uno de los defectos estructurales profundos del sistema político e institucional diseñado por los constituyentes de 1978 es que abre la puerta a la transformación de nuestra monarquía parlamentaria en una partitocracia, es decir, la colonización de los órganos constitucionales y reguladores, de las entidades de la sociedad civil, de los medios de comunicación públicos y privados e incluso de la justicia, por los partidos, que se reparten por cuotas proporcionales a su representatividad el control de instrumentos de poder que deberían estar libres de sus zarpas en una d ...