El deterioro democrático en España se revela no solo en las grandes crisis institucionales. También se muestra en pequeños detalles, a veces más significativos que los conflictos a tumba abierta entre gobierno y oposición, como la revelación de Pedro Sánchez sobre el magnífico futuro que esperaba a Magdalena Álvarez, condenada por los ERE fraudulentos. Y así ha sido: el Tribunal Constitucional ha exonerado a la dirigente socialista del delito de prevaricación. El coste de esta decisión es lo de menos: impunidad para la corrupción, desafío al Tribunal Supremo y quiebra interna del TC. Lo importante es que el tándem Sánchez y Conde-Pumpido siga funcionando como el verdadero pacto de legislatura en el que confía el presidente del Gobierno. Conde-Pumpido ha...
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