La desaparición del niño correntino Loan Peña, que hoy cumplió una semana perdido, generó una profunda conmoción en el país, poniendo nuevamente en el centro del debate público la alarmante problemática de la desaparición de menores. Este caso no es aislado, sino parte de un fenómeno que afecta a miles de familias en todo el mundo, con cifras alarmantes y situaciones que van desde el secuestro hasta la fuga voluntaria por conflictos familiares.
En Argentina, la organización Missing Children registra actualmente más de 100 niños y adolescentes desaparecidos. Ana Rosa Llobet, de Missing Children Argentina, precisó en declaraciones radiales que "son chicos y chicas que buscamos, unos 40 desaparecieron siendo menores y ahora son mayores, se perdieron hace 5, 10 y hasta 20 años atrás". Casos como el de Guadalupe Lucero, desaparecida en 2021 en San Luis, y Sofía Herrero, desaparecida en 2008 en Tierra del Fuego, ejemplifican esta tragedia recurrente. En muchos de estos casos, los niños "se perdieron en plena ciudad, en la vereda jugando, o salieron a dar una vuelta y nunca volvieron", dijo.
El Registro Nacional de Información de Personas Menores Extraviadas, gestionado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, ofrece una plataforma en línea donde se pueden visualizar las imágenes de los niños, y adolescentes extraviados, a solicitud de jueces y fiscales. Lo mismo sucede con la web de Missing Children. Esta herramienta busca facilitar la labor de los investigadores y aumentar la visibilidad de los casos, aunque se debe garantizar el derecho a la intimidad de los menores.
A nivel global, la situación es aún más desoladora. El Wall Street Journal informó que "se estima que unos 8 millones de niños desaparecen cada año en todo el mundo". Este número incluye diversas circunstancias y contextos, desde el secuestro por trata de personas hasta la fuga voluntaria debido a problemas en el hogar.
En Latinoamérica, las cifras también son impactantes. En Brasil, se estima que cada año se denuncia la desaparición de 40.000 niños. México, por su parte, ha visto un aumento del 73% en la desaparición de menores entre 2022 y 2023, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO). En el mismo período de 2023, se registraron 1.419 desapariciones de menores, en comparación con las 820 del año anterior.
Estados Unidos enfrenta una situación similar, con 800.000 niños reportados como desaparecidos anualmente. Un análisis de Noticias Telemundo basado en datos del Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados (NCMEC) reveló que hasta abril de 2023, había 414 niños de hasta 12 años reportados como desaparecidos. Los niños hispanos lideran esta estadística con 130 casos, seguidos por los niños blancos (94 casos) y los niños negros (90 casos).
Las causas de estas desapariciones son variadas y complejas. Los secuestros familiares y no familiares, las fugas por conflictos familiares, y los problemas de identidad en la adolescencia son algunos de los factores comunes. Además, los niños con trastorno del espectro autista (TEA) representan un grupo particularmente vulnerable, con casi la mitad de ellos desapareciendo de su entorno en algún momento, según la Academia Estadounidense de Pediatría.
En Sudáfrica, se denuncia la desaparición de un niño cada cinco horas. Entre 2011 y 2020, los secuestros aumentaron un 133%, y Missing Children South Africa informó que el 23% de estos niños nunca son encontrados, siendo traficados o encontrados fallecidos.
En Europa, las cifras también son alarmantes. Alemania reporta la desaparición de 100.000 niños al año, mientras que en el Reino Unido, la cifra asciende a 112.853. España, con 20.000 denuncias anuales, refleja la magnitud del problema en el continente.
Las estrategias para abordar esta crisis son múltiples. En primer lugar, la educación y sensibilización sobre el problema son cruciales. El Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados en Estados Unidos ofrece recursos y capacitación gratuitos para ayudar a los cuidadores, socorristas y equipos de búsqueda a mitigar los incidentes de desaparición, especialmente en niños con TEA.
La implementación de alertas tempranas, como el Alerta Sofía en Argentina, es esencial para la rápida localización de niños en peligro. Sin embargo, Ana Rosa Llobet advierte que "la espera de 24 horas para poder lanzar el alerta Sofía es contraproducente cuando se evidencia que el menor puede correr riesgo de vida".
La cooperación internacional también es vital. Las redes globales de búsqueda y las iniciativas conjuntas pueden aumentar significativamente las posibilidades de encontrar a los niños desaparecidos y de desmantelar redes de tráfico de personas.
En el contexto argentino, la situación se agrava por la falta de recursos y personal especializado en la búsqueda de menores. Según datos de Missing Children Argentina, en 2017 hubo 653 casos de niños perdidos, siendo las crisis de identidad en la adolescencia y los conflictos familiares las principales causas. Estos factores subrayan la necesidad de un enfoque integral que aborde tanto las causas subyacentes como las respuestas inmediatas a las desapariciones.
Un estudio de 2015 sobre casos reportados de niños desaparecidos en Estados Unidos encontró que el 13,1% son niños de 0 a 6 años, el 18,2% son niños de entre 7 y 12 años, y el 68,6% son adolescentes de 13 a 17 años. Estas cifras indican que los adolescentes son el grupo más vulnerable, lo cual se refleja también en otros países.
En Canadá, hubo 45.609 denuncias de niños desaparecidos en 2016, mientras que en Australia se estima que cada año se denuncia la desaparición de unos 20.000 jóvenes. En la India, se estima que cada año desaparecen 96.000 niños, una cifra que resalta la magnitud del problema en Asia.
Rusia reportó en 2015 la desaparición de 45.000 niños, y en Jamaica, 1.984 niños fueron reportados como desaparecidos en el mismo año.
El Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados (NCMEC) en Estados Unidos clasifica los informes de niños desaparecidos en varias categorías: fugitivos en peligro, secuestros familiares, secuestros no familiares y desaparecidos, heridos o desaparecidos por otras razones. Los secuestros no familiares, aunque son el tipo de caso más raro, representan sólo el 1% de los casos reportados, pero son particularmente alarmantes por el alto riesgo que implican para los menores.
El NCMEC también recopila información sobre intentos de secuestro por parte de personas desconocidas para el niño. Con base en más de diez años de datos, se identificó que los intentos de secuestro ocurren con mayor frecuencia cuando un niño va o regresa de la escuela o realiza actividades relacionadas con la escuela. Los niños en edad escolar están en mayor riesgo los días escolares antes y después de la escuela (de 7 a 9 a.m. y de 3 a 4 p.m.) y después de la cena (de 6 a 7 p.m.).
Los señuelos más comunes utilizados en los intentos de secuestro incluyen ofrecerle un paseo al niño, ofrecer dulces o golosinas, hacerle preguntas, ofrecer dinero o usar un animal para interesar al niño. En 2020, el NCMEC documentó más de 600 intentos de secuestro, subrayando la importancia de la vigilancia y la educación sobre estos riesgos.
En el ámbito de la atención médica, el NCMEC confirmó 345 secuestros de bebés en Estados Unidos desde 1964 hasta abril de 2024. De estos, 140 fueron secuestrados en centros de salud, 152 en sus hogares y 49 en otros lugares. Un total de 16 bebés menores de seis meses siguen desaparecidos, lo que ilustra la vulnerabilidad extrema de los más pequeños.
La dictadura militar en Argentina entre 1976 y 1983 dejó una herida profunda en la sociedad. Durante ese período, más de 500 bebés fueron secuestrados por los militares o nacieron de padres encarcelados. Estos niños fueron privados de su identidad y criados en familias de militares o entregados en adopción a parejas que, en la mayoría de los casos, conocían el origen de los bebés. La búsqueda de estos niños, muchos de los cuales ahora son adultos, continúa siendo una prioridad para organizaciones como Abuelas de Plaza de Mayo.
A nivel legislativo, varios países implementaron leyes y programas específicos para abordar la desaparición de menores.
La desaparición de niños es una tragedia que trasciende fronteras y afecta a todos los sectores de la sociedad. El caso de Loan Peña, como tantos otros, es un recordatorio doloroso de la urgencia de este problema. Los analistas coinciden en que, mientras las familias esperan respuestas y justicia, es imperativo que las autoridades, organizaciones y ciudadanos trabajen juntos para prevenir y abordar esta crisis global de manera efectiva y compasiva.