La secuencia de Begoña Gómez, exultante y repartiendo sonrisas desde el 'front row' de los fastos en el Palacio Real por el decenio de Felipe VI sintetiza el hercúleo esfuerzo del sanchismo por lavar la imagen que tanto contribuyó Sánchez a enlodar, convirtiendo lo que era un asunto doméstico en una noticia que, con su fuga de cinco días y la primera epístola petrina del amante esposo, logró hacerse un hueco en los medios de todo el mundo, hueco pequeño, no vayamos a exagerar el microscópico perfil de un personaje como Gómez, que, eso sí, pasó a ser una presunta corrupta. Parecía encantada la parienta de Sánchez anteayer, casi tanto como cuando, también en palacio, se coló con su Pedro...
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