La Fiscalía ha hecho definitiva su petición de dos años de cárcel para un policía municipal de Madrid por perpetrar una “brutal agresión” a un menor de edad en 2019 y romperle la mandíbula de un golpe. Una agresión que, además, según la acusación se perpetró contra él por ser el único joven negro de un grupo de chicos que saltaron una valla de seguridad en las fiestas del barrio de El Pilar en 2019. El abogado defensor del policía ha negado que fuera una agresión racista porque, según ha explicado, el joven no es negro sino “moreno”, ha dicho mientras se señalaba su toga negra de letrado.
Se trata de un caso que, tal y como reveló elDiario.es, ya fue juzgado y sentenciado a finales de 2022 en la misma Audiencia Provincial de Madrid. El agente fue condenado entonces a un año y medio de prisión al entender los jueces que esa noche, junto con otro policía no identificado, golpeó al joven hasta romperle la mandíbula. El juicio se ha repetido después de que el Tribunal Superior madrileño entendiese que los jueces no habían tenido en cuenta los testimonios favorables al acusado de otros policías que esa noche intervinieron en las fiestas del barrio.
El representante del Ministerio Público no solo ha hecho definitiva su petición de dos años de presidio por lesiones con agravante de discriminación, también ha confirmado que el Ayuntamiento de Madrid debe ser condenado como responsable civil subsidiario a pagar las indemnizaciones en caso de que la segunda sentencia del caso sea condenatoria.
El agente, según ha dicho hoy la Fiscalía, perpetró una “brutal agresión” contra el menor de edad, que en ese momento tenía 17 años. Y fue una agresión con motivación racista: “El atraque fue completamente gratuito, y el único identificado fue esa persona en atención a su color de piel”, ha añadido. La acusación popular ha pedido cinco años de cárcel para el agente.
El joven que denunció la agresión, que en la actualidad tiene 22 años, ha ratificado lo que ya explicó durante el primer juicio: que fue abordado por los policías cuando intentaba saltar la valla para volver a entrar en el recinto de las fiestas del barrio y que después de un intercambio de palabras fue llevado detrás de unos arbustos, donde le pegaron la paliza. “Me comenzaron a increpar, me pidieron el DNI y les dije que 'detrás de una placa todos somos muy graciosos'. En ese momento me cogieron cada uno de un brazo, me llevaron a unos matorrales y me iban dando puñetazos”, ha relatado.
Ha explicado que iba con más amigos. “Eran personas de color blanco y no pasó nada, les dejaron marchar”. Tal y como explicó en el primer juicio, les contó lo sucedido nada más reunirse con ellos, algo que intentó ocultar a su madre para evitar contarle que había sido multado. “No quería decirle a mi madre que me habían puesto una multa pero ya fue inevitable”, ha dicho.
Varios testigos, amigos del afectado, han explicado que no vieron la agresión pero que el joven sí relató los hechos nada más volver de los arbustos. Sobre por qué el joven no denunció inmediatamente sino al día siguiente, uno de los testigos ha explicado: “Es algo que da miedo, y en ese momento era menor de edad, ese miedo a la autoridad no te permite tomar la acción que te gustaría tomar”.
Parte de las preguntas de la defensa del policía acusado, representado por el abogado Óskar Zein, han ido a cuestionar si el joven iba o no borracho en ese momento, algo que han negado todos los testigos. También ha cuestionado a todos sobre por qué no acudió en ese momento al hospital: “En ese momento me molestaba pero no me dolía como para tanto”, ha dicho el denunciante. “¿Se caería o no, borracho o no, drogado o no?”, ha especulado el abogado sobre lo que ocurrió después del altercado.
El letrado defensor del Policía, además de solicitar la absolución del agente por no existir “ningún indicio”, ha acusado a los testigos y amigos del afectado de haber mentido en el juicio. Los testigos referenciales no vieron nada. Son testigos que están elegidos a la carta. Antes se pilla a un mentiroso que a un cojo“ ha dicho el abogado, apuntando a un ”flagrante descaro en la falta de veracidad“ de sus declaraciones, invitando al tribunal a deducir testimonio contra él por falso testimonio.
Para el abogado, el objetivo “de libro” del joven era justificarse ante su madre por haber sido multado por insultar a policías. “¿Cómo explico a mamá que me han denunciado? Cómo tengo la cara de haberme pegado unas fiestas, haberme caído o haberme pegado con media España”, ha ironizado.
El agente acusado, tal y como hizo en el primer juicio del caso, ha negado haber identificado al joven por ser negro así como haberle agredido posteriormente. Según su versión “éramos cuatro o cinco policías” y el denunciante se dirigió a ellos con insultos: “Dice que éramos unos pipas, unos tontos, unos hijos de puta”, momento en que uno de los agentes le comunica que va a ser denunciado. Le retiraron “cuatro o cinco metros” para evitar altercados con el resto de jóvenes y después le permitieron cruzar la valla de vuelta con sus amigos.
El letrado del agente también ha acusado al joven y su familia de haber denunciado para ganar dinero por haber pedido “simplemente una petición de 60.000 euros, nada más”. Ha ironizado el abogado: “Pero no hay un ánimo de enriquecimiento, señorías, es cosa de este letrado seguramente”. Para negar el carácter racista de la agresión, se ha señalado la toga negra de abogado para afirmar que el denunciante: “No es de raza negra, no es negro, los negros son de Namibia, de este color”, ha dicho mientras señalaba la toga.
La representante del Ayuntamiento de Madrid, en el banquillo como responsable civil subsidiario y que ya fue condenado en la primera sentencia, ha vuelto a pedir la absolución del agente. “No queda en modo alguno acreditado que agrediera” al joven, ha dicho antes de cuestionar que su madre no le llevara inmediatamente al hospital nada más ver sus lesiones.