Diecinueve minutos aguantó esta vez Sánchez en el Congreso, desde donde se fue, supongo que sin escalas intermedias, al décimo aniversario de la coronación de Felipe VI. Eligió el presidente para la ocasión una corbata de funeral, no sé si por la muerte 'fake' de Noam Chomsky o por la de la república. En cualquier caso, durante ese cuarto de hora largo en el que se dignó a compartir espacio con el resto de los mortales, nada reseñable. En realidad, no hubo nada especialmente reseñable en toda la sesión de control, exceptuando la confirmación de ese ambiente semivacacional y esa relajación postelectoral inauguradas hace siete días. Hay poca tensión, diría que pocas ganas, y sobre todo una inquietante sensación de...
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