El verano es un tiempo de sol, vacaciones y helados. Es la
época perfecta para tomarse la vida con un poco más de alegría y positivismo.
Pero junto con el aumento de las temperaturas y las horas de piscina, llega un
invitado no tan deseado: los implacables mosquitos. En los meses venideros,
muchas personas se verán condenadas a sufrir las incómodas picaduras de estos
insectos. Sin embargo, no todos sufrirán este problema en el mismo grado.
Para algunas personas, que parecen ser más atractivas para
estos molestos insectos, el tormento será mucho más grande; viéndose acosados
por ellos de día y de noche. Entretanto, también estarán aquellos que pasarán prácticamente
desapercibidos para los mosquitos y que terminarán el verano habiendo sufrido
únicamente una o dos picadoras. Pero, ¿por qué ocurre esto? ¿Qué es lo que hace
que algunos de nosotros seamos más propensos a las picaduras de mosquitos que
otros?
Lo cierto es que los mosquitos no pican al azar. De hecho,
se ha comprobado que estos insectos prefieren a ciertas personas por encima de
otras. Un estudio llegó a estimar que el 20% de las personas son
particularmente atractivas para los mosquitos y que más del 75% de las
picaduras se concentran en este pequeño segmento de la población.
Esto sucede porque, las hembras de mosquito (que son las
únicas que beben sangre) son exquisitas a la hora de elegir su comida y
demandan una serie de características en sus víctimas. Así, la temperatura
corporal, el olor de la persona e incluso el tipo de sangre pueden hacer que una
persona destaque sobre las demás.
Una característica de los mosquitos es la termorrecepción.
Esto significa que pueden sentir la temperatura corporal de otros seres vivos.
Tienen una serie de receptores en su cuerpo, especialmente en sus antenas, que
les permiten hacer esto. Por lo tanto, se sienten atraídos por aquellos que
tienen una temperatura corporal más alta.
Además, los mosquitos usan un órgano especial llamado
"palpo maxilar" para detectar el dióxido de carbono que las personas
exhalan al respirar. Este órgano les permite "oler" el dióxido de
carbono desde hasta 50 metros de distancia. Por lo tanto, las personas que
tienen un metabolismo rápido y exhalan más dióxido de carbono son más
detectables para los mosquitos y, por lo tanto, más propensas a recibir
picaduras.
Una vez que los mosquitos identifican a un posible objetivo,
comienzan a percibir detalles adicionales tales como el olor corporal. Este
aroma está en gran parte determinado por las bacterias presentes en la piel.
Las zonas con mayor concentración de bacterias, y en consecuencia con más
olores, atraen más a los mosquitos. Entre estas áreas, los pies en los seres
humanos son particularmente atractivos.
Las bacterias presentes en la piel de nuestros pies
transforman el sudor en ácidos orgánicos volátiles, como el ácido láctico, que
resultan particularmente atractivos para los mosquitos. Esto explica por qué
los mosquitos suelen morder en los tobillos. Actuando como verdaderas
"chimeneas olfativas", los tobillos liberan los olores provenientes
de los pies. Con aproximadamente 250,000 glándulas sudoríparas, los pies tienen
más de estas glándulas que cualquier otra parte del cuerpo humano. Y durante el
verano, cuando nuestros pies suelen estar descubiertos, se convierten en un
blanco fácil y accesible para los mosquitos.
Por último, también hay que destacar que los mosquitos también
tienen una predilección por ciertos tipos de sangre. Al fin y al cabo, si un
mosquito pica no es por diversión, sino que lo hace porque necesita nutrientes
de la sangre. Así que, aquellos que tengan una mayor proporción de los
nutrientes que ellos buscan, serán más deseables para ellos.
En concreto, un estudio encontró que, en un entorno
controlado, los mosquitos se posan el doble de veces en personas que pertenecen
al grupo 0. Para averiguar qué personas tienen este tipo de sangre, lo que
hacen es fijarse, de nuevo, en el olor corporal. Las personas que tienen este
grupo sanguíneo segregan un tipo de olor muy particular y muy sugerente para
estos insectos.