La arquitectura sostenible es un pilar invaluable de la cultura de la Sustentabilidad, ya que se enfoca en la creación de edificios y estructuras eficientes en el uso de los recursos naturales y la energía, con mínimo impacto ambiental y máxima durabilidad.
Su objetivo principal va más allá de la sola idea de levantar edificaciones: se busca que estas sean eficientes en el uso de los recursos naturales y la energía, así como también saludables para las personas y amigables con el medioambiente.
Para ello se consideran todas las etapas de su proceso de trabajo, buscando reducir el impacto ambiental de las edificaciones desde su diseño, construcción, usufructo y eventual demolición.
En su libro The Nature of Design: Ecology, Culture, and Human Intention (2004), el experto en estudios medioambientales David W. Orr, propone un enfoque más consciente y sostenible en el diseño arquitectónico, que sirve como referencia para conocer las principales características de la arquitectura sostenible.
El autor señala la importancia de integrar técnicas de construcción no intrusivas con el entorno, que utilicen materiales sustentables. Estas prácticas responsables implican el uso de recursos locales renovables (como maderas certificadas, cañas o fibras vegetales) que reduzcan la huella de carbono de la construcción y promuevan la economía local, a la vez que generen pocos residuos, priorizando la reutilización y el reciclaje.
En forma conjunta y paralela, también se busca la eficiencia energética y el uso de energías renovables. Las edificaciones sostenibles utilizan tecnologías que reducen el consumo de energía (aislamiento térmico, sistemas de ventilación natural, iluminación eficiente y equipos de alta eficiencia energética) y que maximizan el uso de energías renovables (paneles solares, turbinas eólicas y sistemas de recolección de agua de lluvia, entre otros).
Por otro lado, la adaptabilidad y flexibilidad de las edificaciones también son claves. Se trata de crear espacios adaptables a las necesidades humanas y ambientales, durables en el tiempo. Esto implica considerar las condiciones climáticas, el asoleamiento, la topografía del terreno y la ubicación de la edificación, para optimizar su funcionamiento y minimizar su impacto ambiental.
Siguiendo estas consideraciones claves y adaptándolas a cada proyecto particular, la arquitectura sostenible se convierte en una herramienta de relevancia sinigual para promover la cultura de la sustentabilidad, aplicada de forma concreta para la conservación del medioambiente y la mitigación de los efectos humanos en el cambio climático.