A pesar de las fuertes precipitaciones con que se inició la estación lluviosa, el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) mantiene cortes de agua de hasta ocho horas en 15 distritos de cantones josefinos. Su alegato es que no llueve en los lugares requeridos para recargar la planta potabilizadora desde donde se alimentan esas comunidades.
La situación contrasta con las previsiones de Juan Manuel Quesada Espinoza, presidente del AyA, quien durante la conferencia de prensa que dio el 23 de abril afirmó que los sistemas del AyA iban a estabilizarse en el suministro a finales de mayo, con el inicio de la temporada lluviosa.
Durante aquella actividad, informó además de que se habían incorporado 26 millones de litros de agua de 10 fuentes adicionales entre noviembre de 2023 y abril de 2024 y que habían sustituido una gran cantidad de kilómetros de tuberías, más de 150.000 medidores e instalado 73 tanques en variedad de comunidades del país.
Las previsiones del jerarca, sin embargo, no se cumplieron. Para este 17 de junio, por ejemplo, el AyA anunció racionamientos de 8 a. m. a 2 p. m. o 4 p. m. en distritos como San Ignacio y Guaitil (cantón de Acosta), Pozos y Santa Ana (Santa Ana), San Rafael y San Antonio (Escazú), San Felipe (Alajuelita), Granadilla y Sánchez (Curridabat), Mata de Plátano (Goicoechea), Sabanilla, San Rafael y San Pedro (Montes de Oca) y también en el distrito de Daniel Flores en Pérez Zeledón.
Este régimen aplica lunes, miércoles y viernes porque, en el caso de Desamparados, los racionamientos son martes, jueves y sábado.
“Suspensión del servicio de agua potable para traslado de agua potable a sectores con mayor afectación”, reza el mensaje remitido a los afectados en la página del AyA.
La Nación consultó a la empresa a qué se debía esta situación ya entrada la época lluviosa y cuándo prevé que se normalice el suministro. Sin indicar cuándo se pondrá fin a los cortes, el Instituto atribuyó la medida a la falta de lluvias para alimentar una de sus plantas potabilizadoras.
‘AyA ha perdido el norte’, afirma Aresep ante reclamos de empresa proveedora de agua
Alejandro Calderón Acuña, subgerente de Sistemas de la Gran Área Metropolitana del AyA, dijo que se han dado “buenos aguaceros” pero las gotas no caen donde el Instituto así lo necesita. Según su explicación, el agua llovida en la zona metropolitana se pierde porque las precipitaciones no han ocurrido en las zonas altas de San José.
Citó el caso de Coronado, Llano Grande de Cartago y la cuenca del río Tiribí. Mientras no llueva ahí, conforme su exposición, las fuentes de agua permanecerán sin recuperarse y eso afecta la planta potabilizadora del AyA en Tres Ríos de La Unión, de la cual depende la GAM.
“Resulta que el río Tiribí pasó de entregar 400 litros de agua por segundo el año pasado en esta misma época, a 150 litros por segundo hoy. Lamentablemente, el sistema de Tres Ríos es el corazón de la GAM”, insistió.
Marco Cordero Arce, intendente de Agua de la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep) afirmó que problemas de racionamiento como este podrían deberse a una deficiente gestión de inversiones del AyA.
De cada 100 litros que procesa el Instituto, 60 se pierden porque no se facturan debido a fugas por infraestructura deficiente o tomas ilegales. Sin embargo, esto no parece incentivar al Instituto a prevenir ese 60% de pérdidas en producción del agua porque sus costos productivos los cubre desde las tarifas actuales.
“A los usuarios se les cobra su consumo y también lo perdido porque todo se traslada a las tarifas. El prestador no tiene así ningún incentivo de esforzarse por corregir, porque siempre recupera sus costos de producción al 100%”, explicó.
Por ejemplo, citó que desde el 2016, el Instituto no le presenta un solo proyecto de inversión para incorporar a las tarifas. Cualquier obra que ejecutó en los últimos ocho años permanece sin trasladarla a las tarifas y eso, en su opinión, le quita flexibilidad y capacidad de gestión al AyA.
¿Y por qué ocurre esto? Según el intendente, el AyA es incapaz de justificar cómo un proyecto presupuestado en $3 millones terminó en $8 millones debido a una completa ausencia de información y trazabilidad en detalles, como personas responsables de los trabajos, firmas u otras autorizaciones para elevar los costos o, incluso, información de cómo se encareció tanto con el paso del tiempo.
