Cuando
Luka Doncic sonríe, los demás sufren. Decía el esloveno, tras su número de protestas, quejas y aspavientos del Game 3 -y al parecer con propósito-, que no pensaba en otra cosa que pasárselo bien en el partido en el que podía asistir a la entrega del trofeo
Larry O’Brien a los
Celtics, de nuevo sin
Kristaps Porzingis. Cual decir convertido en amenaza en pleno acto de supervivencia, Doncic desfiguró con 29 puntos el rostro de Boston ayudado por los 21 de
Kyrie Irving infligiendo un apabullante 122-84 a los de Mazzulla para poner el 3-1.
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