La imputación de Begoñísima por los delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios ha encumbrado al doctor Sánchez, ese nuevo Romeo, como uno de los grandes paladines del género epistolar. Y también ha servido a nuestro egregio estadista para diseñar una estrategia de control de los jueces y tribunales que significará la gozosa culminación del Régimen del 78. Por el momento, el doctor Sánchez ya ha anunciado que se dispone a hurtar al Consejo General del Poder Judicial la facultad de realizar nombramientos; y en las salas de máquinas de Moncloa ya están preparando leyes que atribuyen la instrucción de los procedimientos judiciales a la Fiscalía o que arbitran la creación de un par de salas de...
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