Begoña Gómez se apareció en el mitin del PSOE con esa sonrisa hierática de gato de Alicia del África Center. Tan atlética, tan guapa, tan quieta y tan muda también, tan a la izquierda de un victorioso Pedro Sánchez, me estaba recordando a aquellas azafatas del Tour que abrazaban al ganador de la etapa del día. La luz de Benalmádena también concede a la aparición de la mujer del presidente en campaña la ligereza de aquellos programillas del verano que llamaban «refrescantes» y consistían en una fiesta con titis en biquini. De pronto, Begoña es la nueva heroína del sanchismo, una santa súbita y Sánchez la saca en procesión a pedir el milagrillo del domingo como a la Virgen del...
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