Decía Susan Sontang que «la fotografía es un documento social. Un instrumento propio de la clase media, a la vez celosa y meramente tolerante, curiosa e indiferente, llamado humanismo, para el cual los barrios bajos eran el decorado más seductor». El fotógrafo y su cámara son notarios de una época y de un tiempo donde en cada instantánea quedan grabadas las heridas del tiempo.