Venimos de fracasar, triunfalmente, en Eurovisión, y así vemos lo que ya sabíamos: siempre gana Massiel, o Salomé. Eurovisión fue. Y luego ha sobrevivido como una feria de la laca. La noche en que ganó Salomé, allá en marzo de 1969, fue la noche inaugural en que se emitía un programa a color, aunque nosotros, los españoles, lo viéramos en blanco y negro, porque muchas teles no daban para más. Pero la noche sí fue una fiesta del color del entusiasmo, mientras triunfaba Salomé, que se logró la eternidad ceñida en un vestido blanco de flecos mágicos. Aquella gala la condujo Laura Valenzuela, que se desempeñó en tres idiomas: español, francés e inglés. A la esbelta Laura de aquella noche...
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