El zooarqueólogo especialista en
perros Darcey Morey afirma que la mayor prueba de la importancia social y afectiva que tienen
nuestros peludos amigos radica en cómo deliberadamente les damos sepultura. Y aunque actualmente hay numerosos
cementerios caninos, se trata de una vieja historia de amor. Un ejemplo es
Ascalón, un yacimiento de Israel fechado entre 2500 y 2200 años antes del presente (considerando "el presente" el año 1950), en el que se enterraron más de mil perros en fosas individuales en una serie de terrazas que anteriormente habían sido ocupadas por un gran almacén con vistas al mar. En la región de
Cis-Baikal, en Siberia Oriental, también se hizo lo mismo, en ocasiones se colocaron dentro de tumbas humanas
durante el Neolítico temprano (8000-7000 a.e.c.) y a principios de la
Edad del Bronce (5000-3400 a.e.c.).
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