Después de que el precio del cobre se disparase en Bolsa hace tan sólo unos días y marcara un nuevo récord histórico, alcanzando los 11.000 dólares la tonelada en Londres, ahora se ha conocido que, lejos de quedarse ahí, el alza irá en aumento. De hecho, el coste de este mineral cotizado se cuadriplicará hasta llegar a los 40.000 dólares la tonelada en los próximos años.
Esta situación se dará a medida que las reservas mundiales del metal se agoten por la creciente demanda. Así se desprende de los datos aportados por el gerente de administración de fondos Pierre Andurand, uno de los comerciantes de materias primas más conocidos del mundo, y que ha recogido el diario británico Financial Times.
Y es que este metal con un papel clave para la transición energética está en auge y ha experimentado ya un incremento de casi el 20% en lo que llevamos de año. Si bien, Andurand estima que el repunte será aún mayor, ya que, según explican desde el periódico, la oferta busca mantenerse al día con la demanda. En este sentido, Andurand explicó que "estamos avanzando hacia una duplicación del crecimiento de la demanda de cobre debido a la electrificación del mundo, incluidos los vehículos eléctricos, los paneles solares, los parques eólicos, pero también el uso militar y los centros de datos".
En este contexto, cree que "podríamos llegar a 40.000 dólares por tonelada durante los próximos cuatro años aproximadamente. No estoy diciendo que se quedará ahí entonces. Al final obtendremos una respuesta de la oferta, pero esa respuesta de la oferta llevará más de cinco años".
Andurand, que es un ex operador de Goldman Sachs y cofundó BlueGold Capital antes de lanzar Andurand Capital, considera que llevar a cabo excavaciones más profundas y de manera más rápida en las minas actuales no será suficiente para poder satisfacer la creciente demanda de cobre. Mientras tanto, la propia industria estima que, por lo general, se requieren 15 años para poder desarrollar una nueva mina.
Lo que ocurre es que la extracción de este material en las minas está estancada, pero, en cambio, su demanda se ha disparado a nivel global como consecuencia, en parte, de la transición energética, lo que fomenta una escalada de precios. La tormenta perfecta. Ante esta situación, vemos como la cotización del cobre puede convertirse en un medidor de la economía, también la que se mueve por los cauces menos legales. Sus subidas y bajadas en Bolsa se pueden trasladar a las calles de todo el mundo, provocando que los robos de esta materia prima sigan los mismos pasos, mimetizando tales movimientos.
Recordemos que la sociedad, tal y como está estructurada, requiere de cobre para poder seguir sosteniéndose, desde los transportes o las telecomunicaciones, hasta el abastecimiento de electricidad y agua... Todo pasa por este material. De ahí que su valor esté tan cotizado también, y de ahí que, sólo en España, cada hora se produzca un robo. En lo que respecta a la red ferroviaria, Cataluña se lleva la peor parte, situándose como el principal foco de sustracciones de cable de cobre en el territorio nacional. De hecho, los robos que se producen en los trenes de Cercanías y Regionales aumentan años tras año, produciéndose sobre todo en Barcelona.