Los docentes interinos del Ministerio de Educación Pública (MEP) siempre esperamos la llamada. Entretanto, estamos prácticamente desempleados, sin saber si aceptar otro trabajo o aguardar el nombramiento.
Finalmente, recibimos la llamada, desde un número desconocido. Si no atendemos inmediatamente y cuelgan, no existe manera de devolver la llamada. Nos quedamos sin el ansiado nombramiento después de días o meses de preocupaciones.
Cuando se obtiene el trabajo, es para cubrir incapacidades, reemplazar personal trasladado o profesores que se pensionan.
En escuelas donde los alumnos provienen de familias muy pobres, se viven sinsabores y tristezas al sentir en carne propia la condición en que estudian.
Las aulas carecen de luz natural; en ocasiones, de luz artificial. No hay ventilación. Los pupitres están dañados y las sillas, dobladas. Se debe escribir en la pizarra todo lo que los alumnos deben estudiar, ya que no hay libros de texto para guiar la clase ni para que lean e interactúen con sus pares.
Parece difícil creer que reciban lecciones en condiciones insalubres y entre tanta carencia de material en el 2024.
En abril, me nombraron para enseñar inglés a una población de aproximadamente 300 alumnos de primer y quinto grado; la mayoría de ellos son repitentes, tienen problemas de aprendizaje extremadamente significativos y no existe la posibilidad de atenderlos en un aula que reúna las condiciones adecuadas.
El plan para los quintos lo adecué como si fuera para niños de primer grado, porque desde el comienzo del año lectivo no hubo profesor de Inglés, y en los años anteriores la enseñanza del inglés fue extremadamente deficiente.
¿Qué está pasando en el Ministerio de Educación Pública? ¿Escasean los recursos económicos para arreglar escuelas, capacitar constantemente a los docentes, brindar herramientas idóneas para que los alumnos aprendan con lo básico y se les motive a aprender un segundo idioma? Recuerdo cuando Costa Rica se enorgullecía de su educación privilegiada, digna, dotada de excelencia académica.
Cunde el desinterés de los gobernantes por mejorar la educación, de elevarla al prestigio que una vez tuvo. La enseñanza de un segundo idioma no está dentro de sus prioridades.
Hablar de soluciones es posible. Al país le urge resolver problemas de diversa índole, pero no se justifica dejar la educación de lado, como revelan las pruebas estandarizadas del año pasado, cuyos resultados el MEP todavía no da a conocer.
Los profesores necesitan capacitación y herramientas educativas para utilizar en las aulas y para que el estudiante se sienta motivado a seguir avanzando.
Las escuelas requieren bibliotecas, que el estudiantado vuelva a enamorarse de la lectura y la escritura. Necesitan aulas de cómputo equipadas para que la conectividad deje de ser el dolor de cabeza de las instituciones y del alumnado, áreas recreativas para practicar deportes, aulas para aprender música, programas de capacitación sobre sostenibilidad ambiental, campo en el que con buena disposición he visto trabajar a los estudiantes.
Con la disposición del MEP y los docentes, programas de estudio innovadores y prácticos, las escuelas serán centros de oportunidades para los más pobres, sitios que nunca querrán abandonar.
julietalarab@gmail.com
La autora es educadora.