En la Comunidad Foral de Navarra se pueden encontrar lugares de una belleza extraordinaria en sus increíbles entornos naturales, aunque su capital, Pamplona, seguirá siendo el principal centro turístico de la región. La ciudad es conocida mundialmente por los encierros de los Sanfermines, aunque esta histórica urbe oculta mucho más que simplemente el recorrido que realizan toros y mozos desde el 7 de julio.
Aunque los pueblos navarros tienen multitud de encantos, la ciudad de Pamplona tiene algo especial que la hace uno de los destinos más idóneos para hacer una escapada de fin de semana. En apenas dos días se pueden conocer las maravillas de esta fascinante ciudad del norte de España en la que se combinan historia, cultura y gastronomía.
No hay mejor manera que comenzar el viaje de dos días por Pamplona que completar el recorrido de los encierros de los Sanfermines. Todo arranca en los corrales de la cuesta de Santo Domingo, donde se encuentra el Museo de Pamplona, pero que anteriormente fue un hospital con una espectacular portada plateresca del siglo XVI. Pocos metros más abajo se encuentra la famosa Hornacina de San Fermín, y aunque no se visite la ciudad en fiestas, merece la pena detenerse.
Si se sigue bajando la cuesta de Santo Domingo se llega a la preciosa Plaza Consistorial, en la que se puede ver su la impresionante fachada rococó. Tras girar a la izquierda por la calle Mercaderes, a pocos metros surge uno de los enclaves más célebres de todo el recorrido: la conocida curva de Estafeta. Dicha avenida está rodeada a ambos lados con preciosos edificios a los lados. Todo acaba en la plaza de toros tantas veces vista en televisión, y frente a la cual se puede contemplar la estatua erigida en honor a Ernest Hemingway, que llegó a la urbe en su época de reportero.
Tras degustar los deliciosos pintxos o comer una de las afamadas carnes de Pamplona, es hora de dirigirse a otro de los enclaves más importantes de la ciudad, la Plaza del Castillo, erigida en el siglo XVI y que es el centro neurálgico de la urbe. En medio se erige el impresionante quiosco de música con sus curiosas columnas jónicas. Para terminar el día, se puede visitar la preciosa Catedral Metropolitana de Santa María la Real, que es la más completa de toda España, ya que conserva prácticamente todos sus rincones, y las espectaculares murallas renacentistas de la ciudad.
El segundo y último día en Pamplona se inicia donde finalizó el primero, en las murallas, ya que apenas unos metros más adelante se erige la preciosa Iglesia de San Nicolás, un templo gótico del siglo XII que fue concebido como fortaleza. Además, a unas calles de distancia se ubica otra de sus parroquias más bonitas, la de San Cernin. Tras conocer las construcciones más antiguas de la urbe, es hora de adelantarse ocho siglos en el tiempo y conocer la obra del arquitecto Victor Eúsa, artífice del Monumento a los Caídos y la Casa Goichoechea.
Para terminar un apasionante fin de semana en Pamplona, la mejor opción es dar un largo y tranquilo paseo por el Parque Yamaguchi, un singular oasis en medio de la ciudad navarra inspirado en los espacios japoneses y que se construyó a raíz del hermanamiento con dicha urbe nipona. En él se pueden encontrar numerosas especies vegetales procedentes del país del sol naciente, y es un enclave perfecto para finiquitar un fantástico viaje de dos días.