Valió la espera para ver a Los Temerarios en Costa Rica por primera vez. El marco de este encuentro fue inigualable. Llegó después de más de cuatro décadas de carrera del dúo mexicano, tras una cancelación el año pasado y en medio de su gira de despedida. Es que, a veces, las esperas tejen lentamente un nudo de emociones. Justo como el que desataron sin medida la banda mexicana y el público tico este 17 de mayo en el Centro de Eventos Pedregal, en Belén
El grupo romántico anunció su separación en 2023, tras 47 años de trayectoria y un repertorio que tiene un lugar especial en el inconsciente colectivo de Latinoamérica. Este adiós tiene su próxima estación en El Salvador, con una fecha doble este 18 y 19. Posteriormente continuará en México y Estados Unidos, país donde concluirá la gira el próximo 7 de diciembre.
“Qué ganas teníamos de venir a cantar, pero por una u otra cosa no se daba. Pero eso ya es pasado (...) Con ver esa alegría en sus caras, toda esta algarabía, bueno… Es precioso”, dijo el vocalista Gustavo Ángel Alba, de 56 años. “¿Por qué no habíamos venido antes? Yo no lo entiendo”, remató su hermano Adolfo, de 60.
Para tener contexto de esta conexión hay que retroceder un par de horas antes de que la agrupación mexicana se adueñara de la tarima, a las 7:20 p.m. La antesala no tuvo clima de sala de espera y la gente no escatimó ni un detalle que hiciera sentir sus ansias de escuchar a Los Temerarios.
Los largos pasillos de acceso fueron la alfombra de barro por la que desfiló una multitud de botas, sombreros, jeans y camisas a cuadros. Las miles de personas que asistieron calentaron en la entrada cantando a todo pulmón los éxitos que se morían por escuchar. También calentaron las gargantas. Las filas en los toldos que vendían cerveza solo eran comparables con las que se formaron semanas atrás, cuando estas bebidas estuvieron a mitad de precio en algunos supermercados del país.
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La mejor manera de transmitir el ambiente de esta escena es con una frase del compositor mexicano José Alfredo Jiménez: “¿Quién no llega a la cantina exigiendo su tequila y exigiendo su canción?”.
Así, a punta de júbilo los asistentes manifestaron su exigencia por presenciar y cantar con el dúo azteca. Sin embargo, como madrugar no apura al sol a salir, gozaron los instantes previos y la lista de canciones mexicanas que reproducían los parlantes del Centro de Eventos.
Cuando las luces del escenario se encendieron y los músicos entraron, los gritos de los espectadores se desataron. El clímax de la ansiedad se dio cuando la banda se colocó en sus lugares, mientras la producción reproducía La mujer que soñé. El tema fue coreado por todos los presentes, algunos sin percatarse de que no era una interpretación en vivo.
Éxito tras éxito, así transcurrió el espectáculo. Son contadas las agrupaciones que logran poner a cantar a todo su público desde la primera hasta la última canción, y Los Temerarios demostraron que gozan de ese privilegio.
Los hermanos Ángel Alba desbordaron de emoción a la gente con sus letras directas, armonías de balada romántica y despecho de ranchera, y unas melodías que aún tienen un aire juvenil. Esto último, quizá, porque entre sus clásicos figuran temas como Ven porque te necesito, compuesto por Adolfo a los 17 años.
Cantando a todo galillo una a una de sus piezas, el público se sacó del pecho amor y desamor. Vivió a flor de piel Tu infame engaño, Si tú te vas, Sé que te amo y el resto de las canciones que acompañan a algunos desde su infancia.
En el adiós de los escenarios de la agrupación, su tema Tu última canción regaló unos minutos poéticos. Las estrofas avanzaron, unos golpes de tambor, silencio y al unísono la multitud coreó “Y será la última noche”, con toda la pasión que despertaba saber el irrepetible romance de una noche que estaban viviendo.
Una ocasión así ameritaba la entrega total, sin miramientos que tuvo el aforo. A nadie se le cruzó ni una mínima intención de corregir las veces en que los artistas aseguraron estar en “San José”. Total, la ubicación geográfica era el menor de los detalles.
La noche tuvo chance hasta para un “palomazo” al mejor estilo mexicano. El dúo originario de Zacatecas sorprendió al interpretar ¿Qué de raro tiene? y La diferencia, canciones de la autoría de sus coterráneos Martín Urieta y Juan Gabriel, respectivamente.
Minutos antes de las 10 p.m., Los Temerarios cerraron con Mi vida eres tú. Volvió el desfile del inicio, pero esta vez en dirección a la salida y a un paso tambaleante, por las energías consumidas y en algunos casos por los tragos. Lo que no se detuvo fue el entusiasmo, por lo que muchos se fueron cantando embriagados del éxtasis que regaló el espectáculo.
La agrupación mexicana fue una luna llena en todo su esplendor, a la que miles de lobos (animal que identifica a la banda) aullaron con alegría incontrolable durante toda la noche. Sin lugar a duda, el único acto de temeridad de la noche lo cometieron quienes no compraron su entrada.