Victoria rotunda de Salvador Illa (PSC), retroceso severo del bloque independentista y posibilidad de conformar un gobierno de izquierdas en la Generalitat. Con un recuento de infarto , donde el último escaño que permitía sumar 68 diputados al bloque progresista no se adjudicó hasta casi el final del recuento, de las elecciones de ayer en Cataluña se destila la posibilidad de dar por cerrada una etapa de doce años de gobiernos secesionistas , en los que el 'procés' impuso una dinámica de bloques que, en pocas semanas, podría comenzar a romperse con un gobierno presidido por Salvador Illa. «Nueva etapa», como proclamó eufórico, pero contenido, el ganador ayer de los comicios, sabedor de que lo que queda por delante tampoco va a ser fácil. Así, y pese al espectacular descalabro de Esquerra, de 33 a 20 diputados, su investidura quedará en manos republicanas. Esquerra, tal y como dejó claro el gran derrotado de la noche, Pere Aragonès, descarta integrarse en un gobierno de coalición con los socialistas , con lo que la opción más probable es que faciliten a Illa la investidura y permitan un Ejecutivo del PSC con su apoyo externo. La posibilidad de optar por el bloqueo, es decir, no investir al ganador de los comicios, conduciría a Cataluña a una repetición electoral en octubre que, vistas las dinámicas de los partidos secesionistas, podría ser suicida para los de Oriol Junqueras. El escenario de una segunda vuelta en octubre, que durante buena parte de la noche parecía el más probable cuando ninguno de los dos bloques sumaba, se desvanece. La victoria de Illa fue incontestable. Superando el triple empate de facto de las elecciones de 2021, el PSC cosechó 42 actas y el 28% de los sufragios (nueve asientos y cinco puntos porcentuales por encima), lo que sumado, por los pelos, a los logrados por Esquerra y los seis de los comunes –que pierden dos– le permitirán explorar la opción de un gobierno de izquierdas que, a diferencia del tripartito que ya gobernó Cataluña entre 2003 y 2010, primero con Pasqual Maragall y luego con José Montilla, ahora será probablemente bipartito, solo con los comunes. Casi más importante que la victoria de Illa, que se daba por descontada, es la derrota sin paliativos del independentismo, particularmente de Carles Puigdemont, que pese a ganar tres actas sobre lo cosechado en 2021, no logra su objetivo de pasar por delante delPSC, y tampoco sumar con el resto de partidos secesionistas, sobre todo por el batacazo de Pere Aragonès pero también por el retroceso de la CUP, que pierde cinco y se queda con cuatro. Puigdemont, el legítimo, pierde su aura. Cataluña no regresa a 2017, y el bloque independentista pierde la mayoría absoluta más bien holgada de la pasada legislatura (74 diputados), y se queda en 61 –sumando ahí los dos diputados de la ultra Aliança Catalana–, la primera vez en la historia democrática que las fuerzas de adscripción nacionalista, independentista en la última etapa, se quedan por debajo de los 68 diputados. Doce años después del inicio del 'procés', la suma de Junts, ERC, la CUP y Aliança cosecha en su conjunto una derrota clara, aunque aún convencen al 43,6% del electorado. Pese a ello, y en su primera comparecencia, Puigdemont instó a ERC a abrir conversaciones para conformar un gobierno de «adscripción catalana», algo que, con el resultado de ayer, únicamente sería posible con la abstención de un PSC forzado por Pedro Sánchez , algo que el buen resultado de Illa dificulta. Muy importante también es la recomposición, y avance, de los partidos en el espectro de la derecha no independentista, con una importantísima remontada del PP de Alejandro Fernández . Cuestionado como candidato por la dirección nacional de su partido, ratificado in extremis, Fernández saca unos notorios 15 diputados, frente a los tres del catastrófico resultado de 2021, una marca, además, que le sitúa por encima de Vox, algo que en la recta final de la campaña se llegó a poner en duda por momentos. El resultado de Fernández abre además interesantes derivadas de cara al proceso de renovación del partido que se quiere abrir en Cataluña. De manera significativa, el gran avance popular se logra sin que ello implique el retroceso de Vox , que con Ignacio Garriga al frente ve como su discurso focalizado en el combate contra la inmigración ilegal, por delante de la cuestión territorial, le permite renovar los once diputados de hace tres años. En el capítulo de las despedidas, la de Ciudadanos , formación que, como anticipaban las encuestas, desaparece delParlament, firmando una fulgurante trayectoria, auge y caída, desde la espectacular victoria de 2017 con Inés Arrimadas a evaporarse de la cámara catalana una vez que el combate contra el nacionalismo y el 'procés', su razón de ser, el elector lo canaliza hacia otras formaciones. Los de Carrizosa sacaron poco más de 22.000 votos. Uno de los elementos clave de la noche fue el de la participación, sobre el 58%, por encima del de las elecciones de 2021 (51,3%), en plena pandemia, pero lejos de las extraordinarias cifras de 2017 (79,1%) y 2015 (74,9%), en la fase álgida del 'procés. La cifra de ayer se situó en la habitual en las elecciones previas al arreón independentista , cuando, en una franja que habla del cansancio de una comunidad sobreestresada en lo político desde hace más de una década, y que explica, ya en cuanto a los resultados de anoche, la matizada irrupción de un partido como Aliança Catalana. El partido de la ultra Sílvia Orriols se quedó a unos pocos miles de votos en la provincia de Barcelona del 3% a partir del que se reparten escaños, lo que con probabilidad le habría servido para al menos doblar las dos actas que finalmente obtuvo. Visto el terremoto electoral, el caos en Rodalies que se vivió durante toda la jornada, casi se quedó en anécdota. Una grave avería dejó sin servicio de trenes a miles de ciudadanos, lo que llevó a ERC y a Junts a solicitar a la Junta Electoral la ampliación del horario de votación, algo que finalmente las distintas juntas provinciales descartaron. El nuevo gobierno que aspira a presidir Salvador Illa –traspaso de competencia mediante– tendrá sin duda en la mejora del servicio de Rodalies uno de sus mayores retos, un regreso de la Generalitat a la realidad tras más de una década embarcada en proyectos divisivos.