«No sé cómo especialistas académicos aceptaron que esos documentos pudieran haber sido reales. Con la investigación queda claro que se trató de una gran patraña y un negocio sucio», así de tajante se muestra el escritor nicaragüense y premio Cervantes Sergio Ramírez ante la reciente investigación publicada por ABC Cultural. En ella se explica la dudosa autenticidad de unos manuscritos darianos adquiridos por Harvard y Arizona, que provienen de una presunta red de falsificadores nicaragüenses. A la espera de que ambas instituciones ofrezcan las explicaciones pertinentes, intelectuales, académicos y escritores, han querido pronunciarse. «Es un escándalo que esto haya podido suceder», recalca la nicaragüense y premio Reina Sofía Gioconda Belli . La poeta hace hincapié en que esta investigación es «una lección para las universidades que hacen este tipo de adquisiciones» y, sobre todo, considera un descaro que todo se haya llevado a cabo arrojando «interpretaciones erradas sobre la correspondencia entre Darío y Nervo». En este sentido, Luis Alberto de Cuenca, Doctor en Filología Clásica y académico, se pregunta: «¿Cómo es posible que no consultaran a los expertos mayores de la obra de Rubén que hay en el mundo?». Además, cuestiona que se haya ignorado la opinión de la familia Bermúdez, considerando dicha acción «una vergüenza», ya que sus apreciaciones podrían haber arrojado «algo de verdad» sobre esos manuscritos fraudulentos. Noticia Relacionada Exclusiva reportaje Si La mayor falsificación de la historia de la poesía William González Guevara Belli y Cuenca coinciden en que a la hora de hacer una gran adquisición de documentos como esta «lo mínimo es realizar un estudio amplio respondiendo a lo que dicen los especialistas». Admiten que un proceso de este tipo no se puede realizar de una forma rápida y sin corroborarlo. Ramírez, por su parte, insiste en que detrás de las instituciones hay personas y que «cuando un especialista dice que esos documentos son auténticos es porque hay un dictamen», pero que deberían ser cuidadosos en cómo se realizan los peritajes. «En la Real Academia Española estamos vacunados ante este tipo de falsificaciones y se actuaría siempre con prudencia y suspicacia», afirma con rotundidad el académico y exdirector de la RAE, Darío Villanueva. Se remite a la Biblioteca de Rodríguez Moñino y María Brey que posee la Academia, ya que esta aguarda un apartado de falsificaciones literarias muy comunes en el Siglo XIX. Ante la exclusiva que ha hecho pública ABC Cultural, considera que fue un error «no confiar en la voz de los expertos que tendrían que haber sido de dos tipos: expertos en Rubén Darío y en falsificaciones». Destaca las habilidades del falsificador, pero aún más el informe de la casa de subastas madrileña El Remate apuntando que «hay otras asesorías más rigurosas que seguro hubiesen descubierto algo». La figura del falsificador revelada por nuestro periódico también está siendo comentada por el mundo intelectual. Belli expresa que ella no se cree «esas relaciones familiares que aparecen de repente» con semejante tesoro. Además, Luis Alberto de Cuenca esgrime que él «hubiera puesto en tela de juicio esa historia del falsario» remitiéndose a que vivimos en la 'Era del engaño' y «debemos de estar muy alertas». Recae en que la comentada polémica sobre homosexualidad de Darío «no hay quien se la crea», porque si hay algo que caracteriza a Rubén es su «hipersexualidad comentada por Salinas». Carlos Granés , escritor y autor de obras como 'El delirio americano', confiesa que es «sorprendente y descorazonador que universidades de tanto prestigio, no cuenten con un peritaje fiable, que permita asesorar la compra de documentos tan importantísimos». Subraya que el hecho de que este tipo de actos se produzcan demuestra «cierto desinterés por lo latinoamericano». Sergio Ramírez, al ser preguntado sobre este asunto, afirma que la importancia de las universidades (Princeton, Harvard, Arizona) para la literatura latinoamericana es crucial, ya que ellos poseen «la mayor parte de la documentación los escritores latinoamericanos». Sin embargo, resalta que deberían de ser más cuidadosos «al adquirir documentos cuando vienen de fuentes no conocidas, pues gastaron una fortuna en algo que es absolutamente falso». ¿Qué hacer ante esta gran falsificación de manuscritos? Las conclusiones de los intelectuales son claras. Granés exige «una inspección interna de las adquisiciones recientes, al menos con América Latina» con el fin de comprobar que este error no se haya replicado. Belli acentúa que se deberían de escuchar los argumentos de los que más conocen el caso y establecer «qué parte del archivo se considera potencialmente falso y, en consecuencia, retirar lo que es una distorsión fraudulenta evidente». Darío Villanueva, rostro visible del mundo académico, admite que es partidario de la verdad. «Deben demostrar si esos manuscritos son auténticos o no manejando evidencias y peritajes solventes». Por último, Ramírez que ya se pronunció hace más de una década, confiesa que la investigación realizada por ABC Cultural, «deja claro todos los extremos: se trató de una mentira en base al nombre de Darío».