Dice que es tímida, pero es difícil creerle. Su risa contagiosa, su carisma y su «chispa» para el humor y la picardía la delatan. Su vitalidad en el escenario, y no solo para mover la cintura, sino para levantar de los asientos a los más tranquilos, son cartas de presentación de esta mujer soñadora, luchadora y sobre todo fiel a sus raíces.
María Victoria Rodríguez Sosa le juró a su madre, Mercedita, y a nuestra Celina González, que no dejaría de cantar la música campesina, y ha sido coherente con ello, aun cuando su versatilidad le permite interpretar diversos géneros musicales. La prueba la encontramos en sus discos Mis raíces, Santa Lucía, Refúgiate en mí, Entre dos aguas, Entre cuerdas y el recientemente presentado Que hablen si van a hablar.
—Lo más revelador de este álbum, asumo, es que son temas de tu autoría…
—Ya era hora. Me tocaba hacer un disco con temas míos, porque antes quise darles protagonismo a autores que admiro y cuyas obras siempre quise cantar. Era una de las pocas cantantes con cinco discos y ninguno con temas propios.
«Este álbum ha sido un regalo, un gusto que quise darme, como cuando hice el de boleros. Fui a ver a mi José, como le digo al productor José Manuel García, de mi casa disquera, BisMusic. Le auguré que era un proyecto de música bailable y quiso conocer los detalles. Le dije que quería invitar a una mujer admirable, una amiga, y que cantar a su lado era un sueño. Lo enamoré con la idea. Me dijo que le mandara los temas vía WhatsApp para seleccionar los que podrían conformar el álbum.
«Le grabé poco más de 20 temas con un piano y él seleccionó los diez que lo integran. Creo mucho en él, es un productor con sabiduría y mucha experiencia. Te ofrece confianza y con él puedes dialogar. Me gusta mucho trabajar con José Manuel.
«Los temas no seleccionados están ahí, y pueden formar otro álbum, o quizá, quién sabe, otra orquesta puede cantarlos. Muérdete la lengua lo canta Mulata Son, y eso fue tremenda alegría para mí. Me encantaría que Georgia Aguirre y su orquesta Anacaona, por ejemplo, interpreten algo mío».
—Sé que no escribes partituras ni tocas instrumento alguno…
—Pero compongo desde los diez años como resultado de un don que tengo, no sé. Mi cajón musical está en mi cabeza, como me dijo Pancho Amat, productor de mi álbum Mis raíces, gran premio Cubadisco 2010. Escribo la letra y me viene la melodía. Antes, cuando no disponíamos de tanta tecnología, yo cantaba y cantaba las melodías de las canciones para que se me grabaran en la memoria. Luego me compré una grabadora pequeña, de las que usan ustedes los periodistas, y grababa en casetes. Ahora, gracias a lo que hemos avanzando, en el celular lo grabo todo.
«A la hora de componer no tengo patrones. Me inspiro en una palma, un amor, un niño, un desamor… en lo que el alma encuentre inspiración. Eso sí: podemos componer grandes temas, pero vestirlos es necesario, y para eso un arreglista es esencial; un buen arreglista que interprete tu forma de componer y de interpretar. La química debe fluir entre el productor, el arreglista y el creador… Me alegro de que José Manuel me sugiriera trabajar con Maikel Dinza, quien hizo maravillas con las canciones de este fonograma».
Hace poco Beatriz Márquez, la Musicalísima, confesó públicamente que cada mañana al despertar escuchaba la canción que su amiga, María Victoria, compuso para ella. Le daba energía, fuerza, alegría para el nuevo día. «Y saber eso me emocionó porque admiro y quiero mucho a Beatriz. Le regalé esa canción, a ritmo de salsa, titulada así tal cual, Para Beatriz. Se la ofrecí con mucha timidez y quiso que la cantáramos juntas. Eso fue un regalo de la vida».
Soy mulata, Te voy a olvidar, Dame una oportunidad (a dúo con Maikel Dinza), Perdona mi egoísmo, Si te llega la felicidad, Lunática, Déjalo que se vaya, Embrujo divino y el que titula la placa son los demás temas que podemos escuchar en esta propuesta, que compite en Cubadisco 2024 y se encuentra disponible en la plataforma Sandunga.
Las notas discográficas del álbum fueron escritas por Neris González Bello, el sonido estuvo a cargo de Daniel Legón y la fotografía y diseño corresponden a Alejandro Azcuy y Ricardo Monar.
«Estoy muy contenta por las dos nominaciones. Le agradezco al jurado que ha tenido una gran responsabilidad, mi cariño y respeto para todos los organizadores de esta feria internacional de la música, mi amor infinito para mi público, con el que estoy comprometida eternamente y, por supuesto, la dedicatoria a mi hija Ismary por estar siempre en mis proyectos apoyándome en los coros, a Papito por su apoyo y complicidad en todo momento, a mis familiares, amigos y a todos los que me acompañaron en este proceso».
María Victoria, sensible y sincera, no puede negar que se aguan un poco sus ojos. Porque cada disco es resultado de un gran esfuerzo y porque mucho antes de tenerlo concretamente en sus manos lo soñó en cada detalle.
Ella, que se llevó a casa el Gran Premio Cubadisco en 2010, junto al premio nacional de Música Pancho Amat por Mis Raíces, sigue siendo la sencilla, espontánea y carismática María Victoria que, apasionada del deporte, un día cambió aquellos entrenamientos por las tonadas en los guateques.
Luego de la presentación oficial de Que hablen si van a hablar, y a la espera de un concierto en los próximos meses para compartir con el público las canciones que lo conforman, María Victoria se empeña en seguir componiendo y pensándose sus canciones en voces de otros.
«Me gusta celebrar, me agradan las fiestas, compartir con mi familia y mis amigos. Soy feliz con mi hija, mis nietos, mi esposo Papito, quien es además mi productor. No espero un cumpleaños u otra fecha específica porque siempre encuentro un motivo de celebración en el solo hecho de estar viva y tener salud. Brindar, al menos con agua, es parte de la fiesta de la vida.
«Estoy ansiosa por lograr un espacio habitual, posiblemente en el Pabellón Cuba. Tengo pensado hacer otro disco y auguro que será diferente porque me gusta variar, diversificar propuestas. Y, siguiendo el título del álbum, si van a hablar, que hablen de mí», aseguró quien ha sido catalogada como la Voz de Oro de la música campesina en nuestro país, aun cuando puede endulzar un bolero o «calentar» una guaracha.