A quienes tenemos el pelo rizado y nos lo alisamos aunque sea por ir a la contra, la humedad nos lo deja encrespado, a medio camino entre lo uno y lo otro, como quienes meten los dedos en un enchufe. Encrespados rebeldes sin causa. Así, encrespados, crispados y como en una permanente sacudida eléctrica, están los ánimos en esta sociedad cada vez más polarizada y entre quienes nos representan, que deberían ser ejemplo y espejo donde mirarnos. Un encrespamiento que necesitaría mucho suavizante, mucho respeto, mucha educación en el fondo y en las formas para restablecer la normalidad, la educación y la concordia entre las élites políticas y entre los de a pie. Lejos de ello, las largas sesiones parlamentarias...
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