Hace semanas que no friegan el suelo. Las baldosas verdes tienen ese tono mate que trae consigo la suciedad triste. Porque la suciedad alegre es otra cosa, tiene un punto excesivo, nuevo, comprensible. Llega como llega la resaca y se va tras un par de duchas, un paseo para para olvidar la culpa y una sobre ingesta de carbohidratos y comida procesada. A los niños y a los suelos se les nota la felicidad en la mugre. Es una suciedad infantil, una suciedad de haber jugado mucho. Es una suciedad que celebra la vida. Una suciedad limpia. No es el caso, el suelo de este bar tiene una capa de melancolía. La roña se ve triste, apagada, como si acarreara...
Ver Más