La drogodependencia en Bargas , un pueblo dormitorio de la ciudad de Toledo, también existe. Lo conoce muy bien Iván Serradilla Romero, el jefe de la Policía local de este municipio de unos 12.000 habitantes. «A la gente que viene a contarme sus problemas con el mundo de las drogas, la trato sin etiquetas y con total humanidad. Yo creo que es lo que realmente necesitan «, reflexiona el uniformado, que además es educador social. «Cuando tú los escuchas, todos comparten una desesperación que muchas personas no llegan a entender: si tú tienes un familiar con un problema de adicción, necesitas ayuda real porque la mayoría tiene unos recursos muy limitados», asegura el agente, con dos premios nacionales en prevención en drogas, acoso escolar y en riesgos en las redes sociales. Este viernes, desde las siete, Iván hablará precisamente de todo ello en la Casa de la Cultura, donde ha citado a vecinos y asociaciones de madres y padres de alumnos de los tres colegios y del instituto de Secundaria, además de adolescentes. Allí lanzará una propuesta: la creación de un centro público de atención gratuita a personas con adicciones, principalmente las drogas, para el internamiento, la rehabilitación y la capacitación social y laboral. «No tiene por qué estar en Bargas, sino en cualquier municipio de Castilla-La Mancha», puntualiza. «Y que gran parte de su financiación sea procedente del dinero del narcotráfico. Que sean ellos los que paguen el sufrimiento y la miseria a los demás», formula. «Cuando tú los escuchas, todos comparten una desesperación que muchas personas no llegan a entender» Iván Serradilla Policía y educador social Iván dice que la mayoría de centros de rehabilitación que existen son privados, con un coste muy elevado, y otros concertados. «Pero lo que se necesita es un punto de atención a las familias, en el que el ingreso sea de manera inmediata para atender el número de adictos en nuestra comunidad autónoma. Porque al final lo que han desarrollado es una enfermedad y hay que tratarla como tal». Como espera un público de edades muy variadas, el policía y educador social insistirá en acabar «de una vez por todas» con la «creencia falsa» de que las drogas ayudan a pasarlo bien cuando se sale de fiesta, «a ser mejores en algo o a solucionar nuestros problemas emocionales, por ejemplo». Hablará igualmente del estilo educativo «permisivo y el sobreprotector» de los padres, y cómo corregirlo. Hará una radiografía de los adolescentes, a los que propondrá una vida saludable, desde la comida al deporte, además de fomentar modelos de educación democráticos. «Y potenciar, esto es muy importante, un concepto de libertad responsable para que se respete a los demás, sean diferentes o no, y nuestro entorno». No se dejará en el tintero recordar que los niños aprenden por imitación y los padres siempre deben ser un ejemplo para ellos, lo que agradecerán seguramente cuando sean adultos.
