Solo había que mirar las caras en los aledaños de la plaza de toros de la capital de la Plana para darse cuenta de la ilusión despertada por este cartel. Los rostros reflejaban la ilusión de los aficionados que se dieron cita en el coso castellonense. Pero ya dice el refrán que tarde de gran expectación…. El infumable juego que dieron los toros, tanto de Domingo Hernández, como los dos remiendos de Álvaro Núñez, dio al traste con todo. Los toros de ambos hierros, desiguales en todo, tanto en presencia como en juego, apenas se prestaron para el lucimiento. El tercero fue el que mas duró y el segundo se vino abajo después de una voltereta, tirando casi por tierra...
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