Estaba en una boy 'band', que cantaba en 'Per la bona gent' y ahora se ha quedado no más sólo que la una, pero casi: con Manel en barbecho desde noviembre de 2022, cuando terminó la extenuante y guadianesca gira que la banda emprendió a finales de 2019, Guillem Gisbert (Barcelona, 1981), «el cantant del grup català revelació del 2008», da un paso al frente y se estrena en solitario con 'Balla la masurca!'. Un disco pensado y compuesto en la estricta intimidad pero al que ha dado forma en diferentes estudios junto a Anxo Ferreira (Sen Senra, ex Novedades Carminha), Jordi Casadesús (La Iaia), Jake Aron (Snail Mail), El Extintor (Marcel Bagés y David Soler) y miembros de La Ludwig Band. Una apuesta por la producción de autor(es) que le permite seguir investigando la canción como torrente narrativo y terreno de juego en el que pop, folk y electrónica acaban haciendo buenas migas. —¿En qué momento es consciente que está escribiendo canciones no para Manel, sino para un disco en solitario? —A ver, con la pandemia veníamos de unos años de conciertos un poco complicados. Estuvimos bien, pero era algo pedía mucha energía y hubo un momento en el que vimos que no acabábamos de llegar. Poco a poco fuimos viendo que no era posible acabar la gira y ponernos a trabajar otra vez. —¿La dinámica siempre había sido esa? ¿Gira, disco, gira, disco? —Durante quince años, sí. Igual con dos meses de vacaciones, pero que a lo mejor también hacíamos juntos. Parábamos muy poco, pero lo vivíamos con mucha naturalidad. Creo que hacemos muy buen equipo. Pero del mismo modo que es fácil imaginarte a un grupo de amigos de 25 años quedando cada día, llega un momento en que el paso del tiempo te pide más individualidad. Eso pasa en la vida, más allá de los grupos. Y eso lo teníamos claro. Porque Manel es como una quinta cosa que no es ni el uno ni el otro; es un no saber quién hace qué, pero sabíamos que la parte individual acabaría apareciendo y que sería saludable que corriese el aire. Artísticamente no creo que hubiésemos llegado a ningún estancamiento o colapso, pero me ha gustado mucho, por ejemplo, la parte de trabajar con gente diferente. Y ni siquiera el trabajar: la cháchara del día a día. —¿Cómo le cambia todo esto la manera de escribir y enfocar las canciones? —Vale, que no te había contestado. Con Manel, la idea esta de probar géneros y estructuras, de entender que el formato de canción al final es algo que por convención dura entre 50 segundos y 10 minuto y a partir de ahí son vibraciones en el aire, siempre la hemos tenido bastante clara, así que no tenía que inventarme una forma diferente. Lo que sí desaparece es esa red de seguridad, ese trabajar en algo y que te digan 'estaría bien esto o aquello'. Porque, por lo general, cuando fui a buscar productores las canciones ya estaban hechas. —¿Por qué tantos productores diferentes? ¿Por la multiplicidad de respuestas? —Hacer que las cosas suenen bien no forma parte de lo que yo sé hacer. Yo traigo una maqueta pero, por ejemplo, soy un pésimo mezclador. Necesito a los músicos y tengo que buscar el talento. Por eso los productores han sido importantes para que las canciones suenen de una manera determinada. Tampoco los he escogido con bisturí, pero sí que quería variedad y forzarme a cierta extroversión. Yo hasta ahora podía decir: 'escribo canciones', pero sobre todo lo que podía decir es 'escribo canciones con Martí, Arnau y Roger', que es algo diferente. Guillem Gisbert, vida más allá de Manel INÉS BAUCELLS —Antes decía que en un grupo no se sabe muy bien quién hace qué. Supongo que ahora lo tiene más claro. —Pero es que es como los que viven juntos en un piso y hay uno que se piensa que que el papel higiénico se cambia por arte de magia. De repente te das cuenta de que muchas cosas pequeñas que pasaban que ya no pasan. Y eso es porque las hacía alguien que no eras tú. —¿Cree que la gente esperaba otro tipo de disco? Se ha dicho que le ha salido un trabajo tirando a continuista. —Quizás dentro de la narrativa de lo que es un cantante que se separa de un grupo, o que hace un proyecto en solitario, hay esa cosa de sonar muy diferente, pero es que la propuesta sonora de Manel siempre ha sido muy difícil de definir, así que no sabría exactamente cómo sonar para sonar diferente a Manel. Tampoco forma parte de mi talento en el oficio el plantearme una especie de nuevo diseño sonoro. ¿Una revolución sonora? Aún estaría pensando cómo hacerlo. —Será que todo es más complicado cuando uno es el cantante y tiene una voz tan reconocible. —Es complejo, sí. Yo he estado al otro lado, consumiendo discos de artistas en solitario de grupos que me gustaban y siempre es difícil comprarlo con la misma potencia. O sea, cuanto más has amado a la banda casi más difícil es que te guste el disco en solitario. Forma parte del juego y lo entiendo perfectamente. —En 'Balla la masurca!' no hay elementos ni ritmos latinos, santo y seña de algunas de las últimas canciones de Manel. —De la paleta de estilos, sonidos y emociones que hay dentro de las canciones de Manel, algunas son más mías y otras lo son más de mis compañeros. Es normal que ahora haya determinados tonos que quizás no estén tanto. Esa parte más latina quizá era algo de lo que yo participaba cuando estábamos decidiendo entre los cuatro, pero no era yo el instigador o el que lo tenía más presente. Además, últimamente ya se han hecho muchas bachatas. —En cambio, sí que se da un homenaje folk y exhibe galones de compositor con 'Les aventures del general Lluna', en la que 'dylanea' de lo lindo. —Con Manel siempre habíamos intentado evitar ir a un género de forma muy evidente, y en ese caso es lo contrario: es una canción de género, la referencia es evidente, e incluso hay una armónica al final. Se permite el lujo de quedarse en el género sin cambiarlo ni un milímetro y no pasa nada. —En las letras se repiten temas como la creación, las expectativas del oficio, la vocación... —Hay canciones que están pensadas casi contra la vocación, contra este tipo de imposición de tener la gran revelación. Yo creo que la mayoría de los seres humanos pasamos por el mundo sin tener demasiado claro qué queremos hacer en la vida. Otro tema que sale bastante en el disco es la cuestión del azar; las cosas van pasando de una manera extrañísima y el azar te va moviendo y reconduciendo. 'Un home realitzat' está hecha a partir de una declaración de Rafael Azcona, cuando dijo en la radio había encontrado su momento de máxima realización personal arrojando aviones de papel un día desde una terraza de la vía Veneto de Roma . De repente, uno se quedó 17 minutos suspendido en el aire y ese día es el de máxima realización. —¿Es 'Miracle a les Planes' la canción más conscientemente autobiográfica que ha escrito? —Al final, lo que existe es la emoción de la que habla la canción, y luego hay más o menos capas encima. Pero sí que en la manera de decir las cosas hay una literalidad que no había utilizado mucho. —Se intuye cierto desencanto con la juventud en ese recuerdo de sus años estudiando Periodismo en UAB. —Hay gente que la ve como una mirada nostálgica, pero es evidente que no. Quiero decir, no volvería en ese momento; no estoy describiendo una escena bucólica de jóvenes. Pero de ahí al desencanto. No sé. También me parece que son monos estos personajes, que piensan que sabrán controlar cosas y que las decisiones que han tomado les están como direccionando hacia un sitio. Conseguir que una emoción así forme parte de una canción es algo gratificante. El cantante catalán estrenará el disco el 3 de mayo en la sala Apolo INÉS BAUCELLS —¿Es esto la madurez? —No tengo la sensación de haber llegado a ningún estadio particular de madurez y no sé hasta qué punto llegaré nunca. Tal vez sea como la vocación, una especie de mito al que no se llega nunca. La búsqueda de la vocación puede ser muy frustrante. Yo tenía una ambición abstracta, creativa pero en un sentido muy de esa vanidad del niño de diecisiete años que no sabe exactamente lo que quiere. —¿Ya escribía canciones en aquel momento? —No, la ambición ésta que te digo que era superabstracta. Lo único que tenía era la frustración, pero nada más. Escuchaba mucha música, evidentemente; era el típico consumidor de pop. Pero ni siquiera era un deseo que no te atreves a confesar a nadie. De hecho, si no hubiese sido por Roger, Martí y Arnau, yo nunca hubiera hecho canciones. No formaba parte de mis planes. —Se da por hecho que para poner en marcha una carrera en solitario hace falta mucho ego, pero también hay renuncias importantes. En muchos aspectos, es casi como volver a empezar. —Si has estado 15 años en un grupo es que eres un jugador de equipo, así que si no fuera por toda la mili que llevo detrás, no lo habría hecho. Poco a poco voy descubriendo cosas que piden de mí una fuerza diferente a la que pedía el grupo, así que ya veremos. Ahora miro diferente a la gente que tiene carreras en solitario. Porque menuda capacidad de creer en uno mismo. Eso lo admiro, realmente. Ahora básicamente soy alguien que admira a los artistas en solitario. Noticia Relacionada estandar No Antònia Font, con el Palau de la Música también a sus pies David Morán La banda mallorquina, inmersa a una gira por teatros, firma una pletórica y memorable actuación en el recinto modernista —Supongo que el siguiente paso es pensar en el directo. —Estoy trabajando y ensayando con tres músicos. Jordi Casadesús, que estaba en la La Iaia; Glòria Maurel, que toca la batería; y Arnau Grabolosa, un chaval muy joven que es un súper músico. Fui con él el otro día a la gala de los Gaudí. —Vaya gatillazo lo de los Gaudí, por cierto. —Gatillazo total, sí. Es lo que hablábamos antes de la fuerza que han de tener los artistas en solitario: yo soy una persona que ha salido en 'prime time' en TV3, ha hecho ridículo y ha tenido que seguir con su vida. Es lo que hay. Todo tenía sentido, era la canción de Azcona, los de la Academia pensaban que sería un momentazo pero pusieron la pausa y la gente se fue en estampida a por una copa o a saludar a alguien que hacía dos años que veía. No hubo manera de reconducirlo. Era la primera vez que me subía a un escenario sin los otros tres, así que dentro de mi cabeza era algo importante. —¿Habrá canciones de Manel en el directo? —Como espectador, no soy muy fan de utilizar las canciones de la banda en el concierto de un artista en solitario, pero miraré si algo tiene sentido y está integrado. Lo que está claro es que no serán hits. Hay cosas en el repertorio que pueden tener más sentido. —¿Han escuchado ya el disco Roger, Arnau y Martí? —Claro, evidentemente. No durante el proceso, ya que al estar muy acostumbrado a trabajar con ellos su opinión hubiese pesado mucho, pero en cuanto lo tuve acabado fueron casi los primeros. La familia y ellos.