El viaje cinegético de seis amigos y cinco acompañantes en un paraje de Turquía que debía durar cuatro días se convirtió en una pesadilla de un mes retenidos en el país por una denuncia que no dudan en calificar como falsa. Los cazadores españoles aterrizaron en Madrid-Barajas en la madrugada de ayer con final feliz. Mientras se apuran para poner en orden sus respectivos trabajos y disfrutan de la familia y el hogar, asumen con resignación que han podido ser víctimas de una estafa y que no les quedó más remedio que pasar por caja para no eternizar su estancia en el país otomano. Como ha ido contando ABC, el penúltimo día del viaje, el 3 de febrero, los seis cazadores se colocaron en sus puestos , en una ladera paralela al río Kuruçay, en Boyaca Mah, a la espera de los jabalíes que pretendían abatir. Al principio de la jornada uno de ellos divisó con sus prismáticos a dos hombres jóvenes con sendos rifles y detuvieron la batida hasta que se fueron. Tres patrullas Entre media hora y 45 minutos después de reanudar la cacería, se presentaron en el paraje tres patrullas de la policía turca y avisaron de que había un herido por una posible bala perdida. Les extrañó, porque no habían visto nada ni oído ambulancia alguna. Noticia Relacionada estandar No María Jesús Montero no niega que conociera las irregularidades de la trama desde 2022 Emilio V. Escudero Los testimonios recabados por este diario apuntan a que el herido no sería uno de los dos jóvenes que avistaron -o al menos no en ese momento-, sino un tercero que estaba «a unos dos kilómetros» en un huerto junto a su casa. Las diligencias del juzgado relatan que el joven notó un impacto en la cabeza y comenzó a sangrar. Se supone que una bala le habría rozado y tuvo que permanecer en el hospital cuatro días, según manifestó. «Es imposible. Tiramos con balas explosivas, que estallan cuando tocan el objetivo. Si una de las balas lo hubiera rozado, le arranca el cráneo», relata a este diario uno de los cazadores. La bala no apareció, por lo que era imposible encontrar el arma de la que habría salido. Además, dos informes policiales establecen «de manera categórica que resulta imposible nuestra participación» y que «la herida era de origen indeterminado» , según manifiestan los turistas cinegéticos. Estaban apostados en la parte alta de la ladera y los animales pasaban por el margen del río, de tal forma que los disparos iban de arriba hacia abajo, con las balas erradas enterrándose en el suelo. Pero el herido demandó, lo que se tradujo en la apertura de una investigación judicial que los mantuvo un mes entero en Turquía , con el coste personal, económico y laboral que supone para los cazadores. Para intentar volver a casa cuanto antes, uno de ellos, abogado de profesión, propuso ofrecer una indemnización que terminara con el procedimiento, pese a que no reconocían culpa alguna. Era lo más rápido y práctico. A través del abogado turco que la empresa organizadora del viaje les suministró, se comunicaron con el letrado del joven herido. Pensaban pagar entre 700 y 3.000 euros, una cantidad más que razonable por una herida superficial, pero la respuesta de la otra parte los dejó de piedra: 2,5 millones de liras turcas, 75.000 euros al cambio. La cifra les pareció totalmente «desproporcionada». Aun más teniendo en cuenta que se sabían inocentes y que no había pruebas para determinar la teoría de la bala perdida. Pese a ello no les quedó más remedio que negociar para llegar a un acuerdo. Los cazadores han preferido no revelar la cantidad del acuerdo, pero fuentes próximas a ellos aseveran que al final les supuso algo más de la mitad de lo que les pedían inicialmente, unos 50.000 euros en total. El acuerdo económico A regañadientes, llegaron al acuerdo y realizaron la transferencia al juzgado el pasado miércoles. Parecía que el jueves o, como tarde, el viernes, el juez archivaría el caso y les levantaría la prohibición de abandonar suelo turco, pero esto no ocurrió hasta este lunes. Varios medios, entre ellos ABC, publicaron la historia el fin de semana y creen que las noticias llegaron a las autoridades turcas , lo que propició el final feliz. Pudieron embarcar en un vuelo que partió de Estambul a las 20:50 y tomó tierra en Madrid en torno a la una de la madrugada del martes. Pese al mal trago, sostienen que la policía turca los trató muy bien y muestran todo el agradecimiento al consulado y a la embajada de España, que los asistieron con diligencia y celeridad.
