Todos somos conscientes de lo complicado que es encontrar pan de calidad en Málaga. El desarrollo turístico e inmobiliario y la necesidad de grandes volúmenes de producción prácticamente acabó en las décadas pasadas con los pocos artesanos panaderos que quedaban y su refugio quedó relegado al interior y las sierras. Para colmo, los pocos panaderos de cierta calidad optaron en su día por industrializar su producción para adaptarse al volumen de la demanda y se dejaron por el camino la calidad hasta terminar por perder toda su esencia.
Panes cada vez más “¿baratos?” elaborados a base de harinas baratas, gasificantes y conservantes. Panes “calentitos” que se venden en gasolineras, multitiendas y supermercados 24 horas. Subproductos que son a la alimentación lo que la prostitución al amor. Basura disfrazada de artesanía. Sin embargo -y no ha sido una tarea nada fácil- hemos conseguido identificar unas cuantas panaderías del interior de la provincia que, contra viento y marea y cuan aldeas de Asterix, sobreviven a toda esta vorágine. Herederos de una tradición ancestral, vertebradores de sus pueblos y comarcas, Idealistas que, en vez del camino fácil, eligieron la ardua tarea de hacer pan de verdad.
Desde molletes de verdad hasta el pan cateto que huele a leña, a cereal y a historia, estos son algunos de nuestros héroes del pan en la provincia.
