En el sendero inconcluso de epígonos lorquianos, el inevitable nombre del castellanomanchego Antonio Gala (Brazatortas, 1930) aparece siempre en las últimas décadas del siglo XX. El origen, en ese sentido, no es baladí: estamos hablando de un escritor que hizo de la impostura, de la teatralidad, parte de un discurso y motivo vital. Luis Antonio de Villena le imitó, así, con gracia en el programa del fallecido Fernández Sánchez Dragó rememorando su presentación del libro No digas que fue un sueño (1986) de Terenci Moix: “Esta novela trata de dos ríos: el Tíber y el Nilo. Trata ...