El pasado 29 de marzo, el dibujante de cómics Miguelanxo Prado (A Coruña, 1958) anunciaba su renuncia del cargo de director de Viñetas desde O Atlántico. Así, ponía fin a una trayectoria de 25 años al frente de uno de los festivales de cómic con más prestigio del Estado, fiel a su cita cada agosto en la capital coruñesa, y una referencia en el sector.
“Ha sido un proceso largo de reflexión, tras el que llegué a la conclusión de que el modelo que yo propuse ya no era sostenible”, reflexiona Prado unas semanas después de haber tomado la decisión. Su nombre ha estado asociado al festival desde que el alcalde socialista Francisco Vázquez, aficionado al cómic, le planteara el proyecto en 1998. “Era una situación privilegiada”, reconoce Prado. “Pero, tras su mandato, el Viñetas pudo seguir desarrollándose sin traicionar el modelo, siguiendo las pautas con las que había nacido", explica el autor de Trazo de tiza o Ardalén (Premio Nacional de Cómic en 2013).
Miguelanxo Prado analiza su trayectoria al frente del festival durante estos años: “Me siento muy orgulloso. Nosotros quisimos crear el otro plato de la balanza con respecto al Salón del Cómic de Barcelona, que era más comercial: Viñetas es un evento centrado en los autores y autoras, un escaparate global. Nos consta que cada año íbamos ganando nuevos lectores y despertando nuevas vocaciones artísticas”. El dibujante subraya, además, el carácter público del evento, “completamente gratuito y abierto a todos los públicos”.
Pese a las dificultades de organizar un salón del cómic en la periferia y en agosto, Viñetas desde O Atlántico se ha convertido en una cita de referencia, con prestigiosos invitados nacionales e internacionales cada año, y varias exposiciones, que Prado destaca como uno de los grandes valores del festival, ya que han contado con originales de artistas de la talla de Alberto Breccia, Hugo Pratt o Will Eisner. El guionista de cómic y televisión Carlos Portela, miembro de la organización hasta la pasada edición, también subraya la intención del festival de ofrecer “siempre un espacio para la historieta gallega y los nuevos valores” y de ser “un espacio de encuentro para los autores, las librerías, los fanzines y las bibliotecas”. Prado añade: “Me llena mucho ver a toda la gente que en estos momentos son autores y autoras de cómic consolidados y que empezaron visitando el Viñetas cuando eran alumnos de instituto. Eso justifica todo lo hecho en estos 25 años”.
Uno de aquellos jóvenes es el gallego David Rubín, autor de El fuego, quien reconoce la importancia crucial de Viñetas desde O Atlántico en su carrera. “Yo crecí como autor de forma paralela al Viñetas. Fue una ventana para conocer de primera mano a autores que me gustaban, ver originales por primera vez y, sobre todo, era la excusa perfecta para sacar tus fanzines con los colegas”, asegura en declaraciones a este diario. “En una época en la que no era fácil hacer contactos y no existía aún internet, era muy importante tener ese ecosistema. Mi primera obra con la editorial Astiberri, de hecho, se gestó en el festival”, cuenta.
Como él, la dibujante Emma Ríos también asistía al Viñetas antes de ser profesional. “Aprendí mucho de las exposiciones de originales, de las charlas y de escuchar los entresijos de la profesión. Viñetas fue también la plataforma que me animó a autopublicar, gracias a poder poner mis fanzines a la venta en un stand gratuito”, explica la autora gallega, responsable de obras como Bella muerte o Mirror y muy vinculada al festival. La dibujante recuerda que, cuando acudió ya como profesional todo el mundo la conocía, y evoca la edición que vivió con más emoción: “Fue el año en que trajeron al autor japonés Yoshihiro Tatsumi, del que era muy fan. Compartí un montón de tiempo con él y con su esposa, y haber podido conocerlo y verlo trabajar en directo fue una experiencia inolvidable que nunca podré agradecerles suficiente. Le regalé mis fanzines y aún conservo el paquete de tabaco me dio a cambio como un tesoro”.
Es significativo que se repita siempre el mismo término para valorar en conjunto la trayectoria de Miguelanxo Prado: coherencia. “Tuvo fe ciega en el festival que quería hacer y lo convirtió en un referente internacional”, afirma Rubín, “pero el Viñetas llevaba años arrastrando esta situación, lo cual es una pena, porque debería ser un evento plenamente establecido”. Ríos opina en la misma línea: “Si Viñetas ha podido existir ha sido gracias a la voluntad de Prado. Al margen de los magníficos tebeos que ha hecho, esto no deja de ser una de las obras de su vida”. Carlos Portela habla en términos similares, y destaca el compromiso del exdirector, que “muchas veces sobrepasó con creces sus funciones”.
Entre los motivos de la renuncia de Miguelanxo Prado se encuentra que el presupuesto del festival esté congelado en 120.000 euros “desde hace prácticamente 10 años”. Aunque Prado alude también a un problema de interlocución con las instituciones. “La persona que tienes delante, ya sea un funcionario o un político, en general va a actuar con suspicacia, y en algunos casos incluso con algo de desprecio”, afirma. Si bien reconoce que estos problemas no son exclusivos de Viñetas y que se han atravesado épocas de crisis que han afectado a otras áreas, defiende una mayor inversión para el evento de cómic en relación a otras áreas de la cultura. “Es una cuestión de coherencia: si hay problemas para financiar el Viñetas, tiene que haberlos para todo lo demás. Lo que no puede ser es que haya actividades lastradas y otras que no lo estén. Viene un grupo de música de segunda fila a dar un concierto y se le paga el equivalente a todo el presupuesto del Viñetas. Esa incoherencia me resultaba muy difícil de asumir”, explica el dibujante.
Miguelanxo Prado también justifica su decisión por los progresivos cambios en la administración que han hecho cada vez más difícil celebrar Viñetas desde O Atlántico con garantías y según su modelo. “Parte del problema es la nueva ley de régimen local, que afecta a la contratación y gastos de los municipios”, asegura. “Se hace con buena intención, pero genera situaciones de desigualdad”, opina. Y pone un ejemplo: “Teníamos voluntarios a los que se les pagaba las comidas y el alojamiento. De repente, eso dejó de ser posible por cuestiones administrativas; llegó un momento en el que nos quedamos solo con dos, que siguen colaborando a costa de su propio bolsillo”. Prado también alude a los cambios en la política de contratación para el montaje de las exposiciones: “Ahora los servicios están externalizados, y yo no sé quién manipula los originales de los autores, no puedo garantizar que sea personal cualificado”.
Cuando Prado comenzó a detectar este tipo de problemas, lo hizo notar. “Me reunía con concejales y alcaldes que me decían que hay una serie de cuestiones en las que no podían hacer nada”, comenta. En la etapa del Partido Popular al frente del consistorio (2011-2015) se le llegó a proponer la privatización de la gestión como forma de solventar determinadas trabas administrativas, pero Prado se negó. “Yo defiendo que el Viñetas sea un evento 100% institucional, así como la necesidad de controlar el dinero público”, cuenta. Pero matiza: “Si la ley no permite hacer determinadas cosas, hay que cambiarla. Y ahí es donde se necesita una interlocución con los poderes públicos que no ha existido”.
No obstante, el autor aclara que su renuncia no responde a desavenencias personales con ningún partido en particular, sino que es “un problema estructural”. “Yo tengo voluntad de negociar, pero cuando las personas con las que tienes que tratar no son tus ‘cómplices’, sino una especie de inspectores que desconfían de todo lo que propones, se hace imposible seguir”, explica Prado.
Por su parte, Carlos Portela asegura que él había tomado la decisión de marcharse anteriormente, en abril 2022, por motivos similares a los argumentados por Prado, que le habían acarreado “frustración y cansancio”. “Durante el festival de 2022 aproveché para despedirme de todo el mundo. Como la dirección seguía, no había motivo para hacerlo público”, cuenta el guionista. Portela llevaba vinculado al evento desde el principio, como Prado, y había llegado a tener el cargo de subdirector.
Este diario se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento de A Coruña para recabar su postura con respecto a las declaraciones de Miguelanxo Prado, pero ha evitado valorarlas y se ha limitado a “agradecerle su trabajo a lo largo de estos 25 años en los que ha conseguido hacer de Viñetas desde O Atlántico una referencia en el mundo del cómic”. De cara al futuro inmediato, Prado reconoce que desde el Ayuntamiento le pidieron que propusiera nombres para sucederle, algo a lo que el dibujante se negó: “Creo que soy el menos indicado. Los que conocen las reglas con las que van a querer jugar son las instituciones; no sé cómo van a querer hacer el festival”. Fuentes del equipo municipal confirman que aún no hay nuevo director, pero sostienen su voluntad de seguir adelante con Viñetas desde O Atlántico: “Forma parte de la historia de la ciudad y seguirá siendo la cita imprescindible del verano coruñés. Nuestro compromiso es seguir organizando esta muestra, a partir de ahora con una nueva dirección, que sea capaz de darle un nuevo impulso y adaptarla a los nuevos tiempos”.
Preguntado sobre el futuro, Portela cree que “sería una pena que se perdiese la identidad que se ha forjado durante estos años, y que se diluyese la importancia que se le daba a la historieta en favor de series, películas, videojuegos o merchandising”. Emma Ríos, también expresa su preocupación: “Me desconcierta el abandono institucional, a lo largo de varias administraciones, del evento cultural más importante y mejor valorado, local, nacional e internacionalmente, de la ciudad”. “Lo que más me preocupa ahora es que acabe en manos de una persona que no sepa valorar el carácter profundamente público de Viñetas y que pretenda convertirlo en un negocio, así que por supuesto cualquier intento de evitarlo es importantísimo”, añade. El propio Prado no tiene información para aventurar qué sucederá en la próxima edición: “Yo no sé cómo van a querer hacer el festival, si quieren mantener las premisas del pasado o no”. El exdirector de Viñetas desde O Atlático señala también las inminentes elecciones como otro factor de inseguridad con respecto a la edición de 2023, aunque insiste en su compromiso con el cómic y con la ciudad: “Estaré encantado de dar mi apoyo si creo que el festival se hace de manera correcta”.
Tras la concluida etapa de Miguelanxo Prado, corresponderá al Ayuntamiento y a nuevo equipo directivo lograr una continuidad para Viñetas desde O Atlántico, con el reto de mantenerlo en el lugar privilegiado que ha ocupado durante veinticinco años, y hacerlo crecer.