Los únicos azúcares buenos para nuestra salud cardiovascular serían los presentes en frutas y verduras. Los demás, denominados azúcares libres, es decir, aquellos que se añaden a un alimento o bebida, el azúcar presente en la miel, el sirope o en los zumos de fruta, se asocian a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. Lo ha visto una investigación en la que se han analizado datos de más de 100.000 personas de 37 a 73 años en el Reino Unido. El estudio publicado en « BMC Medicine » ofrece aún más evidencia de los efectos nocivos del azúcar para la salud, aunque en este grupo no se incluirían los azúcares presentes de forma natural en frutas y verduras, que no se consideran «azúcares libres». Los resultados muestran que las dietas con alto contenido de azúcares libres, una categoría que incluye el azúcar agregado a los alimentos procesados y los refrescos, así como el que se encuentra en los zumos de frutas y algunos jarabes, aumentan el riesgo de enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular. Noticia Relacionada estandar No Así cuidaremos nuestra alimentación en 2023: Más vegetales, menos sal y las proteínas justas Cristina Garrido Priorizar los alimentos verdes, preferiblemente de proximidad, comer a la hora que toca y suplementarse con proteínas solo cuando sea necesario son algunas de las claves para mejorar hábitos Los resultados señalan que cada incremento del 5 % en la ingesta total de energía de una persona que proviene de azúcares libres se asoció con un riesgo de un 6 % mayor de enfermedad cardíaca y de 10 % mayor de accidente cerebrovascular. Los investigadores de la Universidad de Oxford (Reino Unido) escriben que las formas más comunes de azúcar que comieron los participantes del estudio fueron conservas y dulces, y esta última categoría incluye galletas, pasteles azucarados y bollos. Los zumos de frutas, las bebidas azucaradas y los postres también eran habituales. Las enfermedades cardiovasculares son una de las principales causas de muerte a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 17,9 millones de personas murieron por esta causa en 2019, lo que representa el 32 % de todas las muertes mundiales. En 20125, la OMS actualizó sus recomendaciones sanitarias respecto a la ingestión diaria de este producto limitándolo al 5% del aporte calórico cotidiano ante el incremento en el consumo de azúcares en las dietas. Para Milagros Rocha, investigadora senior de FISABIO-Hospital Universitario Dr. Peset, «se trata de un importante desafío para la salud pública y se están realizando esfuerzos para prevenirlas y controlarlas a través de cambios en el estilo de vida, la gestión de los factores de riesgo y la intervención médica oportuna ». Por ello, en declaraciones a Science Media Centre asegura que entre estos cambios en el estilo de vida, cada vez hay más pruebas de que la calidad de los hidratos de carbono consumidos puede ser un factor más determinante del resultado de la enfermedad cardiovascular que la cantidad consumida. La calidad, más que la cantidad, de los hidratos de carbono podría ser un factor determinante para mantener a raya el riesgo cardiovascular La investigación -señala- « arroja luz sobre la relación entre los distintos tipos y fuentes de hidratos de carbono de la dieta y el riesgo de enfermedad cardiovascular ». Los resultados de la investigación muestran que la ingesta global de hidratos de carbono no estaba relacionada con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, señala la experta, «una mayor ingesta de azúcares libres se asoció con la enfermedad cardiovascular total (7 %), la cardiopatía isquémica (6 %) y el ictus (10 %)». Los investigadores británicos concluyen que una mayor ingesta de azúcares libres se asocia una mayor incidencia de enfermedad cardiovascular y a mayores concentraciones de triglicéridos en todas las lipoproteínas, mientras que una mayor ingesta de fibra y la sustitución del almidón de cereales refinados y los azúcares libres por almidón integral y azúcares no libres, respectivamente, pueden proteger frente a la incidencia de enfermedad cardiovascular. En resumen, agrega Rocha, «la calidad, más que la cantidad, de los hidratos de carbono podría ser un factor determinante para mantener a raya el riesgo cardiovascular».