Durante el mes de enero, el Índice de Precios de Consumo (IPC) en España subió a 5,8 %, una décima más que la de diciembre del 2022. Por su parte, la subyacente se disparó 0.5 %, para ubicarse en 7,5 %. Un dato que puede resultar alarmante, pero, ¿qué es la inflación subyacente y cómo nos afecta?
Muchas veces habrás escuchado hablar de la inflación subyacente y se te viene a la cabeza, el alto coste de los artículos y servicios, sin embargo, esta, a diferencia de la inflación general, no mide el aumento de los alimentos no elaborados ni productos energéticos.
Este indicador entrega una mayor precisión, pues, muestra los cambios que se producen en los precios de productos y servicios en el corto y mediano plazo.
La inflación subyacente también permite que un país evalúe su economía y sus políticas monetarias, de forma que los gobernantes puedan corregir o impulsar reformas a tiempo, de ser necesarias.
Es importante conocer lo que marca la diferencia entre la inflación general y la subyacente y de cómo esta influye en la economía diaria de los españoles para mantenerlos alerta ante su aumento que, en los últimos meses, se ha intensificado en la zona euro y, por supuesto, en España.
La inflación subyacente es aquella que resulta tras analizar los precios de los bienes y servicios que no están sometidos a una importante volatilidad o que son ajenos a la acción de quienes determinan los precios.
Los productos que no se toman en cuenta para calcular la inflación subyacente incluye, frutas o verduras, gas, luz y otras fuentes de energía, así como el combustible.
Los primeros, por estar sometidos a las acciones climáticas como heladas, lluvias y olas de calor y, en el caso de servicios y combustible, la volatilidad de su valor lo determinan factores externos como la geopolítica o los conflictos bélicos como el que, en la actualidad, ocurre entre Rusia y Ucrania.
Estos precios suben de una forma desproporcionada en corto tiempo y, en sentido contrario, también pueden disminuir de manera abrupta. Este es el motivo principal por el que no son incluidos en el cálculo de la inflación subyacente.
Su principal diferencia es que, la inflación general calcula el aumento en los costes de la cesta de productos de la compra de los españoles, basándose en el índice de precios al consumo (IPC).
En el caso del IPC, este mide, de manera general y en diferentes renglones, los principales productos, bienes y servicios que consume una familia española.
En el caso de la subyacente, como lo hemos mencionado antes, permite estudiar la variabilidad de los precios de consumo a corto plazo, pero sin tomar en consideración alimentos sin fabricar ni productos energéticos, pues, estos dependen de factores externos.
Por ser este un indicador que contribuye a encaminar las políticas económicas y monetarias de una nación, se tienen en consideración elementos y factores que inciden, de manera directa, en el bolsillo de los nacionales.
Es por esta razón que, para calcular la inflación subyacente, es necesario separar los precios de las materias primas energéticas importadas, así como los productos nacionales no elaborados, en este caso, frutas y verduras.
Los que sí se deben incluir para evaluar la inflación subyacente son los servicios de transporte, la vivienda, las comunicaciones o el ocio y la cultura.
Este cálculo permite conocer con mayor exactitud lo que aumenta el coste de la vida en el corto y medio plazo.
España, como el resto de los países del mundo, ha visto un aumento de los costes de vida en los últimos meses, registrando una importante alza de la inflación y la inflación subyacente.
En julio de 2022, el aumento en el coste de bienes y servicios, alcanzó un récord de 10,8 %, su valor más alto desde 1984. Por su parte, la inflación subyacente se situó en un 7,5 % en enero, la más alta de los últimos 40 años.
Aunque hasta diciembre de 2022, la inflación venía disminuyendo, en enero tuvo un leve incremento a 5,8 %, una décima más que en el mes anterior.
Esto termina afectando el bolsillo de los españoles y despertando preocupación por el constante aumento de los productos, haciendo que, cada día, la situación económica sea más precaria.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), “esta evolución es debida, principalmente, a que los precios de los carburantes suben más que en enero de 2022, y a que el descenso de los precios del vestido y calzado es menor que en el año pasado”.
El INE, también destaca una disminución de los precios de la electricidad, mayor que la de enero de 2022.
A pesar de que se muestra un aumento en la evolución anual del IPC y de la inflación subyacente, el INE señala que en enero de 2023, los precios de consumo registraron una tasa del - 0,3 % respecto al mes de diciembre.
Por otra parte, el Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA), que hace referencia al valor comparativo de los precios de bienes y servicios a nivel internacional, fue de - 0,5 %.
La inflación subyacente es clave para conocer cómo va la economía y de cómo esta nos afecta o beneficia día a día.
Es el grueso de la cesta de consumo de los españoles y funciona como una especie de termómetro de mercurio, fiel y seguro de lo que marca; por esta razón, cuando la inflación subyacente aumenta de manera constante, es mucho más difícil controlarla.
Expertos alertan que cuanto más tiempo se mantenga alta, impactará con mayor fuerza el salario y los ahorros de los consumidores, que verán como estos pierden valor a mayor velocidad, pues, la subyacente va más allá de los productos básicos, afectando los bienes y servicios que consumimos de manera habitual.
El gobierno español tiene una tarea, controlar la Inflación subyacente antes de que esta se aloje en la economía y sea mucho más difícil bajarla a los niveles que resulten saludables para el desarrollo del país y de cada uno de sus habitantes.
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