El bombero leonés Víctor Rodríguez pisaba el pasado jueves suelo en Adyaman, ciudad devastada por el seísmo que asoló hace una semana el Este de Turquía y el Norte de Siria. Formaba parte de una pequeña delegación de cinco bomberos del Ayuntamiento de Valladolid desplazada en la zona para ayudar en las tareas de rescate del devastador terremoto. Llegaba como voluntario de 'Acción Norte', una organización no gubernamental que canaliza la ayuda de los especialistas en desastres naturales. Sus tareas en la zona se han prolongado durante cuatro días hasta ayer, que ya los retiraban. Aún desde la zona, señala a ABC que el equipo al completo -junto a él han viajado Julio Gutiérrez, Daniel Liras, David Peláez y Mario Arranz- siente «una mezcla de tristeza y frustración» por todo lo que han vivido y si algo les ha sorprendido, «y muchísimo», es «la fuerza del pueblo turco». Víctor ha trabajado en una zona ubicada junto al parque dedicado a Mimar Sinan, quien fuera uno de los arquitectos responsable de la construcción y supervisión de los edificios más importantes del Imperio otomano. Allí, consecuencia del fatal desastre natural, ya no hay arquitectura. Sólo destrucción. Entre los escombros Víctor ha trabajado junto al resto del equipo en las labores que le encomendaban. «Que podáis ayudar a salvar vidas, que podáis ayudar a la población», les encomendaba hace unos días el concejal de Salud Pública y Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Valladolid, Alberto Palomino, mientras ultimaban las gestiones para desplazarse a Turquía. Noticia Relacionada estandar No Castilla y León enviará a Turquía y Siria 300.000 euros en material y compromete otros 100.000 Montse Serrador Se trata de distintos materiales como generadores eléctricos, mantas, carpas, camas, sillas, luz química, kit de higiene, megafonía o focos Ellos eran conscientes de que la segunda réplica que tuvo el seísmo había sepultado casi todas las posibilidades de rescate y sólo quedaban «opciones milagrosas». Aún así, han trabajado estos días con todo el material que llevaban, incluidas cámaras térmicas, para que casi lo imposible llegase. «Acudimos lo más urgente y organizado posible, con la intención de aportar y dar lo máximo de nosotros mismos, pero lo que aquí nos hemos encontrado es tan devastador que poco se podía hacer», sostiene. ABC Aún así, estos milagros -cada vez menos- continuaban a lo largo de ayer y la provincia de Hatay y ciudades como la propia Adyaman, donde ha estado trabajando Víctor, así como Gaziantep eran testigo de ellos. Son personas que han aguantado con vida más de 170 horas bajo los escombros, más del doble de lo que los expertos consideran como tiempo probable para sobrevivir en estos casos. Toda una muestra de resistencia y superación que sirve para levantar algo el ánimo de una población hundida. También a veces a sus rescatistas, quienes según Víctor están sorprendidos, «y mucho», por la entereza de los turcos «ante esta situación tan desbordante». «Su gratitud inmensa es nuestra recompensa», sostiene.
