A los ciempiés y miriápodos no les gusta nada la luz solar. No es casual que nuestros encuentros con estos artrópodos sean accidentales, tras levantar una piedra o mover algún objeto. Ellos estaban esperando debajo, protegidos del sol, y en cuanto los destapamos huyen despavoridos en busca de refugio, como vampiros que han sido descubiertos en su escondrijo. Pero, ¿cómo detectan que les está dando la luz si no tienen ojos no se conoce que usen ningún tipo de fotorreceptores? Es la pregunta que se hizo un equipo de investigadores chinos, liderados por Shilong Yang, y a la que respond ...