No hay nada como una iniciativa municipal que toque una zona verde para que se monte la marimorena. Y más aún, siendo Madrid el lugar donde ocurren los hechos, si aquello tiene alguna relación también con el tráfico rodado. Viene esto a cuento de la que se lio en su día, hace casi 150 años, cuando el regidor de la capital tuvo la inspiración de construir el Paseo de Coches del Parque del Retiro. Entonces no se le llamaba así, sino Paseo de Carruajes, porque con esa intención se hacía: para que pudieran lucir adecuadamente las carrozas de la alta burguesía. El impulsor de su puesta en marcha fue el duque de Fernán Núñez, alcalde entonces de la Villa y Corte , y cuyo nombre lleva ahora el lugar, en su recuerdo. El regidor pensó que sería muy buena idea abrir este paseo, y no sólo lo propuso, sino que pagó 11.000 duros para su construcción, casi la mitad del coste que supuso la operación. Eso sí, para sacar adelante la iniciativa tuvo que enfrentarse a una fuerte oposición, manifestada en forma de quejas que reflejaba la prensa de la época: se iba a dejar aquella zona sin árboles, privando a los niños de espacios verdes por los que correr y a los mayores de sombras bajo las que refugiarse en el verano. Además, con la nueva construcción desaparecía el antiguo río Grande, una ría que salía del Estanque principal. Y todo, denunciaban, para fomentar la vanidad de las clases acomodadas. Había quien advertía del peligro para el resto de árboles del parque, por el polvo que se levantaría en este paseo. Noticia Relacionada estandar Si Así fue la primera Cabalgata de Reyes que salió del Retiro en 1915 Sara Medialdea Comenzó a las diez de la noche y la vieron cerca de 40.000 personas, según las crónicas Pero el duque de Fernán Núñez siguió adelante con su idea, y ésta se terminó ejecutando: el Paseo de Coches fue inaugurado el 23 de octubre de 1874, con música y canapés para celebrar el evento. La hemeroteca permite recuperar perlas como el fascinante artículo que escribió sobre este tema otro alcalde de Madrid, José Francos Rodríguez, en la revista Blanco y Negro el 3 de agosto de 1930 . En él, rememora la construcción de este paseo: «¡Menuda algarabía se produjo al anunciarse tal propósito!». Para unos, había que respetar a quienes iban al Retiro a pie; para otros, «las hermosuras del parque ganarían mucho con el acceso libre de los coches». El automóvil de la infanta Isabel, bendecido en el Retir en el año 1915 José zegri Citaba el político y periodista detalles de buen cronista, como que «para abrir el paseo, se cortó un grupo de pinos, y dos de los más hermosos, robustos y copudos se salvaron de la tala , formando para ello un islote» que interrumpía la avenida. Dos ejemplares singulares que se ganaron la simpatía popular de inmediato, y que fueron conocidos como 'los Torenos'. Fueron durante mucho tiempo lugar de refugio ante la lluvia imprevista o el sol, punto de encuentro de paseantes, escondite para enamorados… Pero en 1916, continúa Francos Rodríguez, «con motivo de asfaltar el paseo y rebajar la rasante, murió uno de los dos pinos , aunque por fortuna respetóse el islote puesto en el centro de la hermosa vía. Una pieza escultórica pudo reemplazar al árbol ausente». Las carrozas primero, y los automóviles después, estuvieron atravesando el parque del Retiro durante muchas décadas, con sus atascos en horas punta y sus limitaciones de velocidad para cuando la circulación era más ligera. Incluso la zona se encontraba dentro de la llamada ORA, la Operación de Regulación del Aparcamiento, que sólo permitía estacionar entre las 9 y las 12 del mediodía, para «impedir que el recinto del parque se convirtiera en aparcamiento de vehículos de quienes trabajan en oficinas y comercios de las calles de los alrededores», explicaban las crónicas. En el verano de 1981, la posibilidad de cerrar el paseo de coches a los vehículos comenzó a rodar por los despachos municipales. Se especulaba con que el lugar se convirtiera en un aparcamiento, y que en medio del paseo se levantara un muro para impedir a los coches que siguieran circulando. Los munícipes se hacían los siguientes razonamientos: antes de tomar la decisión, había que estudiar la capacidad de absorción de plazas para aparcamiento de las calles del entorno del parque. Porque en el paseo podían estacionar, calculaban, unos cuatrocientos vehículos que, si no lo podían seguir haciendo allí, se trasladarían a otro punto. Se plantearon incluso la posibilidad de cubrir el déficit de plazas con la construcción de un aparcamiento subterráneo en la calel Menéndez Pelayo, pero la descartaron por poco rentable: los beneficios que obtuvieran no compensarían la inversión, pensaban entonces. Finalmente, se tomó la decisión definitiva: el 12 de octubre de 1981 se cerró definitivamente al tráfico este paseo de coches.