Stereolab fueron John Cusack intentando encamarse con Natasha Gresgon Wagner en 'Alta fidelidad'. Fueron 'Lo Boob Oscillator', 'Emperor Tomato Ketchup' y el pop mutante hecho de pedazos de krautrock, música brasileña, 'easy listening' y pop 60's. Silver Apples y John Barry. El Mond Club y el Pop Bar de Razzmatazz. Favoritos de toda una generación de indies con camisetas de rayas y un concepto exageradamente elevado de sí mismos, los británicos son hoy, como tantas otras bandas de la época, una reliquia para veteranos. Un eco vistoso y colorido de aquellos noventa de corte y confección; un coqueto suvenir en tecnicolor de aquellos años de promiscuidad estilística y languidez emocional. Noche de gala, ya ven, para masajistas de la nostalgia y yonquis de la memoria. En su regreso a Barcelona para ofrecer su primer concierto en sala en casi quince años, la banda londinense agotó entradas y sintonizó sobre el escenario con sus días de gloria. Sus mejores momentos. Normal: sin novedad discográfica desde hace doce años, a Laetitia Sadier y los suyos les mueve ahora la ambición antológica y retrospectiva, motor que, dicho sea de paso, es también lo que sigue empujando al público a pasar por taquilla. Planetas alineados, conexión emocional recuperada y todos contentos. Afrancesados y cerebrales, siempre han tenido los británicos algo de vanguardia de laboratorio, de miniaturistas del pop con difícil encaje en el mundo real. De ahí que les costase lo suyo entrar en calor: arrancaron algo deslavazados y cubistas, como si los instrumentos hablasen lenguajes diferentes, y hasta pasado buen trecho, a la altura más o menos de 'Mountain', no despertaron la primera gran ovación entre el público. Esquivos a su manera, orillaron el que está considerado por casi todo el mundo como su mejor disco (ni una sola mención a 'Emperor Tomato Ketchup' ), desplegaron esas sinfonías de juguete que funcionan mejor a medida que crece el traqueteo 'motorik', y abrieron de par en par las puertas de su laboratorio mágico para mostrar, del derecho y del revés, 'Low Fi', 'Refractions in The Plastic Pulse', 'Miss Modular' y 'Super-Electric'. Françoise Hardy vs NEU! El pop de vanguardia, el picoteo matemático y los teclados como recién aterrizados de la luna. La voz de Sadier, impecable en su papel de líder encantadoramente distante, y el regusto ligeramente demodé de lo que un día fue moderno y 'chic'. MÁS INFORMACIÓN noticia No M. Ward, a corazón abierto en la intimidad de La 2 de Apolo noticia No Muere Mimi Parker, batería y fundadora de Low, a los 55 años Al final, el cuarteto metió una marcha más y dinamitó todo su hieratismo con una una fabulosa y espídica versión de 'French Disko'. Bonito fue, sí, aunque todos, ellos los primeros, sean plenamente conscientes de que su tiempo ha pasado.