En las dependencias del Equipo @ de la Guardia Civil de La Coruña saltó la alarma cuando descubrieron que el dinero de varias víctimas de toda España acababa en las cuentas bancarias algunos residentes en esta provincia. Era solamente la punta del iceberg de una trama internacional de estafadores , que, tirando de ese hilo, año y medio después han podido desarticular: 23 detenidos, la inmensa mayoría en La Coruña, que desfalcaron más de 86.000 euros a una veintena de clientes de entidades bancarias. Y hay otras cinco órdenes internacionales de detención contra cinco individuos que lograron huir a sus respectivos países, Brasil y República Dominicana. La bautizaron como operación 'Yelcos'. Se valieron del 'smishing' para desfalcar a las víctimas , esa técnica consistente en el envío de mensaje haciéndose pasar por bancos o compañías conocidas para pedir al usuario datos personales y de sus cuentas. En este caso, el 'cracker' había enviado desde Brasil multitud de SMS suplantando la identidad de una conocida entidad, con un formulario con el que conseguía acceder a los móviles de las víctimas para instalar un 'malware' —un programa informático— desde el que controlar las cuentas. Bloqueaban el teléfono y, segundos después, les llamaban haciéndose pasar por su banco para advertirles, falsamente, de que alguien había hecho transacciones fraudulentas. Con esta llamada lograban más datos del cliente para saltarse el sistema de seguridad, y, entonces sí, desfalcar a los clientes. Era el primer paso. El segundo, desviar el dinero a cuentas que estaban a nombre de quienes resultaron formar el último escalafón la trama. En este caso, explica a ABC el sargento Alberto González, jefe del Equipo @ de La Coruña, los agentes tenían claro por la «tecnificación» de la estafa que quienes recibían ese dinero en La Coruña solo hacían de «puente» en el trasvase de fondos. «No tenían tantos conocimientos técnicos, y estaba claro que formaban parte de un engranaje mucho mayor», explica González. El papel de las mulas ¿Quienes eran esas 'mulas'? Una decena de chicas de origen brasileño, de entre 18 y 22 años, a quienes otros miembros de la trama, que tampoco superaban los 24 años, habían camelado en la noche ferrolana y coruñesa para aprovecharse luego de esas relaciones sentimentales y convencerlas para que prestasen sus cuentas como 'puente' para las estafas . Las chicas y sus parejas se quedaban con una comisión que rondaba el 30 % —ellas se quedaban con el 10 o el 12 %— y el resto, que sacaban en cajeros o en ventanilla, lo entregaban a otro miembro de la trama del siguiente escalafón, quien, a su vez, ganaba su propia comisión. El resto de los fondos viajaba a Brasil a través de diferentes empresas remesadoras e incluso criptomonedas. Cuando la entidad bancaria bloqueaba las cuentas de las jóvenes al detectar el fraude, los captadores rompían su relación con las chicas y buscaban en las discotecas otras compinches para perpetuar el 'modus operandi'. Y las ex, supuestamente conocedoras de la estafa de la que eran cómplices, se sentían entonces traicionadas sentimentalmente por sus ya captadores. Ninguna de ellas llegó a denunciarles. Captadores y 'mulas', sin embargo, solo componían el último escalón de esta trama de origen brasileño. Por encima de ellos la Guardia Civil sitúa a media docena de individuos, brasileños y dominicanos, residentes también en las comarcas de La Coruña y Ferrol y con antecedentes penales . Habían sido adiestrados por un cabecilla, un personaje que se había desplazado de Brasil a la zona para ejercer de 'lugarteniente' y buscar cómplices de esta organización cibernética. Una vez asentado e instruido el grupo, el cabecilla volvió a su país. La trama tenía otras ramificaciones en España, al menos en Barcelona y en Soria.