"No te confundas, Mauricio (Macri) sabe que no tiene otra opción que volver a ser Presidente. No importa las ganas o no ganas. Tiene claro que el mismo día en que se elija al candidato del PRO, si no es él, el teléfono va a parar de sonarle y no creo que esté preparado para eso", deslizan ante El Cronista.
Quien ofrece ese panorama no es un dirigente del partido formalmente fundado en 2005, pero pergeñado tres años antes, para competir contra Aníbal Ibarra. El que habla es un radical que critica duramente lo que considera "la falta de perspectiva histórica" de los fundadores del PRO, aunque no deja de admirarlos.
Es que Macri se tomó muy en serio la chicana de Néstor Kirchner -repetida hasta el hartazgo por sus fieles- de que "arme un partido y gane las elecciones". Lo hizo con la ayuda crucial de Horacio Rodríguez Larreta, la fórmula con la que compitieron en 2003 en la Ciudad de Buenos Aires y por la que sacaron 23 legisladores (dos más que Ibarra, que sacó 21). De hecho, la primera vuelta la ganaron holgadamente, pero en la segunda vuelta la victoria del ibarrismo fue contundente (54% vs 47%).
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En esas elecciones, Patricia Bullrich corrió con una boleta propia y logró casi el 10% de los votos con los que obtuvo 6 legisladores. La UCR, en cambio, solo sacó 1 legislador (1,89% de votos). El electorado radical se inclinó por Macri. Veinte años después, los dilemas que tiene que resolver el PRO son múltiples.
El primero es el contexto, porque hay un proceso electoral en marcha en medio de una crisis económica fenomenal, que condiciona la gestión más importante que conduce, en la Ciudad de Buenos Aires, y con una población que desprecia las discusiones políticas internas.
Claro que no se trata del peronismo, cuyas diferencias en el pasado adquirieron ribetes violentos. Es otro momento histórico y un modelo político distinto. Pero aún en el siglo XXI, el poder tiene pulsiones que pueden llevar a sus protagonistas a actuar de modo irracional, y hasta contrario a los propios intereses.
Sino, ¿por qué el PRO no pudo festejar en público la victoria inédita en las legislativas de 2021, cuando la oposición ganó la Ciudad, Provincia y en la mayoría de los distritos del país? Los que estaban en el escenario suelen contar que el Jefe de Gobierno se colocó en primera fila, que Macri se enojó porque quedó detrás, que se generó una tensión descomunal que nadie sabía cómo frenar delante de las cámaras.
¿Por qué Macri critica tan duramente en privado, y a veces también en público, a su sucesor en el Gobierno porteño? ¿Por qué Larreta se queja en privado de que el exPresidente promocione candidatos propios, sin pensar en lo que beneficia su candidatura presidencial, ni en Juntos por el Cambio, tampoco en el PRO?
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Para colmo, Bullrich aprovechó la presidencia del PRO para salir a la palestra en momentos especialmente difíciles de la población, que hoy se lo devuelve posicionándola como una candidata que está a la par de Larreta en las encuestas. Y este, a su vez, se queja.
La "propiedad" del PRO (es decir, de las decisiones políticas en el PRO) es el tema de fondo. Se trata de un partido que creció y desarrolló en tiempos K, con temor a la incorporación de nuevos afiliados por la "invasión" de militantes de otras causas, entre tantas chicanas que podían venir desde Casa Rosada.
Ahora está obligado a abrirse, a incorporar nuevas figuras, a ampliar sus redes para ganar las elecciones. Y a resolver la sucesión, quizás la más difícil disyuntiva del poder, ¿a Macri hay que sucederlo? ¿cómo? ¿cuándo? ¿bajo qué criterios? ¿conviene?
Hoy el PRO es el método de construcción política que llevó al poder a Juntos por el Cambio, la coalición que está asentada en la red territorial nacional de la UCR y en la capacidad de instalar debates de trascendencia nacional de la CC y el Encuentro Republicano.
Todo puede cambiar pero, hasta ahora, los candidatos que ofrece el partido fundado por Macri tienen mayor intención de voto. Como pasó en otras etapas del país, puede ser que la pelea interna diluya estas chances electorales. Del PRO, la UCR o de la oposición en su conjunto. Aunque también puede hacerla crecer.
Larreta y Bullrich buscan a diario tangentes para seguir peleándose por el premio mayor. Y Macri busca encontrar un rol que deje conforme a su electorado y a él mismo, sin estar obligado a entregar su poder.
El exPresidente dio una charla en la Georgetown University en Washington DC y se apresta a viajar al destacado Foro La Toja, en Galicia, que este año será abierto por el rey Felipe VI y donde estarán presentes las más destacadas personalidades de España. Luego volverá a Buenos Aires a organizar la presentación de su próximo libro, Para Qué, que sería el 24 de octubre.
Mientras tanto, nadie sabe si le encontrarán la vuelta al dilema que los carcome, una duda que -en definitiva- es estructural al poder en todo tiempo y lugar.