Cuando pones un badén cuesta abajo a 500 metros de meta tienes muchas posibilidades de que se produzca una caída. Y así ha sido en la Vuelta a Burgos, cuando los ciclistas del Jumbo Visma han rebautizado aquello de tomar las de Villadiego. Iban lanzados hacia el sprint final, en trenecito de cuatro, cuando precisamente...
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Cuando pones un badén cuesta abajo a 500 metros de meta tienes muchas posibilidades de que se produzca una caída. Y así ha sido en la Vuelta a Burgos, cuando los ciclistas del Jumbo Visma han rebautizado aquello de tomar las de Villadiego.
Iban lanzados hacia el sprint final, en trenecito de cuatro, cuando precisamente el que iba a disputar el sprint, David Dekker, pierde el equilibrio y arrastra con su caída a varios corredores más en un tortazo colectivo que hizo saltar hasta las vallas.
Aunque nada más gráfico para entenderlo mejor que el video en directo de la carrera.
Timo Roosen vencedor de la segunda etapa de la Vuelta a Burgos en el accidentado final de Villadiego #VueltaBurgos
Solo los tres ciclistas de Jumbo Visma que lanzaban el sprint han conseguido salvar la numerosa caída en el último kilómetro
En directo: https://t.co/xA9xxNzHsc pic.twitter.com/5YrOBJ1N3U
— Teledeporte (@teledeporte) August 3, 2022
A partir de ahí, tres ciclistas del Jumbo se quedan solos en cabeza y llegan juntos a la meta para hacer triplete. Como en Dauphine, solo que este vez en versión triste. Aunque está por ver la gravedad de la caída de Dekker, Ballerini y otros implicados, quizás sea el triunfo más amargo de su año mágico 2022.
Hay quien critica en redes que hasta hayan levantado los brazos, aunque probablemente los que llegaron solos a meta ni se dieron cuenta de lo que estaba pasando. Hay que recordar que la caída fue a solo 500 metros de la línea de meta.
No habrá pues consecuencias en la general, pero sí un mal sabor de boca y la conciencia de que quizás esto se podría hacer evitado. Un badén puede ser anecdótico si se pasa en el kilómetro 15 de la etapa, pero nunca si está en descenso y tan cerca de la meta. Igual que las curvas cerradas y los obstáculos de cualquier tipo. Los ciclistas van como locos hasta en las etapas más anodinas de cualquier vuelta por etapas. Y se merecen, al menos, un camino despejado.
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