El régimen sandinista de Daniel Ortega continúa su particular cruzada contra los medios de comunicación que puedan obstaculizar el poder omnipresente que ostenta el dictador centroamericano. La última jugada del Gobierno de Nicaragua ha sido a través del Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Correos (Telcor) que cancelaba la emisión de la televisión denominado RB3 o canal de la Zona Láctea. Una emisión local y de pago que sólo daba acceso mediante suscripción. La subdirectora de Telcor ha transmitido que no cuenta con autorización. Noticia Relacionada ANIVERSARIO estandar Si Nicaragua cumple 43 años de sandinismo con muchos de sus históricos en la cárcel Francisco villalta El sueño revolucionario contra el régimen de Somoza ha terminado con la dictadura de Ortega de corte similar Pero, no es la única afrenta que la dictadura nicaragüense ha llevado a cabo en los últimos días. Ya que hace el lunes ordenó el cierre de otras seis emisoras de la Iglesia Católica en medio de los constantes roces del Poder Ejecutivo con la doctrina religiosa imperante en América. Las retransmisiones podían escucharse en el norte de Nicaragua y afectan a Radio Hermanos, Nuestra Señora de Lourdes, Nuestra Señora de Fátima, Alliens, Monte Carmelo, y San José. 190 presos políticos Las autoridades religiosas han denunciado que una de las radios fue tomada con violencia mediante una logística antimotines e incluso la ocupación de la sede religiosa de la diócesis con gases lacrimógenos y disparos al aire a todo aquel que obstaculizara la misión. Una de las capillas fue tomada a la fuerza para llevarse los equipos radiofónicos desde los que se retransmitía. El valiente Monseñor Rolando Álvarez, obispo del norteño departamento de Matagalpa, narró como se enteró de la noticia mediante una misiva y definió los cierres como «una injusticia» aunque no aceptará «errores». Este padre ha pedido que cese la presión por parte de la policía en su contra lo que le ha llevado a una huelga de hambre para solicitar la liberación de los 190 presos políticos que continúan apresados en Nicaragua. Daniel Ortega situó a la religión católica en el puro de mira cuando los sacerdotes no apoyaron la ofensiva del Gobierno a las manifestaciones de 2018 que calificaron de «represivas para el pueblo» mientras las definía «como un golpe de Estado» para no dejar el poder. Fue entonces cuando el régimen sandinista acusó a la Iglesia Católica de formar parte del plan para derrocarle refiriéndose a las movilizaciones que provocaron más de 309 muertes por la intervención de la Policía Nacional de Nicaragua y grupos paramilitares partidarios del gobierno. La supresión violenta a esta marcha derivó en sanciones de Estados Unidos a funcionarios afines a la administración. En aquella ocasión también se vio afectado el visionado de varios canales de televisión con la interrupción temporal de los mismos. Ortega no dudó en señalar a los religiosos como «terroristas» por su intervención en el dialogo nacional como mediadores para sacar a la nación centroamericana de la profunda crisis institucional. Una vez más, el Gobierno se desentiende de la represión a las radios católicas, pero diferentes religiosos han salido a la luz manifestando que si tocan a un sacerdote afectará a todos. Tras el encarcelar a todos los candidatos opositores, la libertad de prensa y la religión están siendo socavados sin medias tintas quizá consciente que erradicados ambos pilares básicos en Nicaragua la perpetuidad en el poder que ostenta en su quinto mandato será, todavía, más fácil.