Hoy la imagen de México en el escenario internacional está seriamente dañada
Tradicionalmente la actividad internacional de los estados era llevada a cabo por los gobiernos centrales, en el caso de México, las acciones del Estado mexicano más allá de sus fronteras eran responsabilidad y, constitucionalmente lo siguen siendo, del gobierno federal. La política exterior de México de acuerdo a la Constitución en su artículo 89 es responsabilidad del ejecutivo con la aprobación del Senado, no obstante esta visión rigorista y tradicional ha ido modificándose de manera exponencial en las últimas décadas y las entidades de la Federación se han convertido en actores relevantes en el escenario internacional.
En México algunas entidades como Guadalajara, Colima, Oaxaca, Veracruz, desde sus propios gobiernos estatales o municipales, han establecido agendas internacionales de posicionamiento particularmente en la promoción del patrimonio cultural. En tanto que las entidades del norte del país como Baja California, Chihuahua, Sonora, Tamaulipas y Nuevo León su agenda internacional es cada vez más intensa e incluye diversos rubros que van desde asuntos relacionados con la gestión del agua, Las cuestiones medioambientales, una intenso intercambio comercial a lo que se suman agendas de seguridad como son el tráfico de armas, el narcotráfico y la migración que cada día adquiere mayor protagonismo, así la gobernanza transfronteriza se consolida y con ello una dinámica llamada paradiplomacia es decir, la actividad internacional de las unidades políticas subnacionales.
Hoy la imagen de México en el escenario internacional está seriamente dañada y la política exterior que por décadas gozó de un alto prestigio y reconocimiento pierde poco a poco ese estatus. Esta crisis se debe, por una parte a las decisiones y declaraciones del presidente de la República entre las que destacan su posición en contra de las energías limpias, sus cuestionados proyectos de infraestructura como el tren maya, el aeropuerto de Santa Lucía, y la construcción de la refinería tres bocas entre otras iniciativas, los cuales además del impacto ecológico que generan al interior, han afectado importantes inversiones extranjeras, a lo que hemos de sumar su posicionamiento frente a regímenes poco democráticos como el de Venezuela y Nicaragua. Adicionalmente hemos mencionar el errático manejo de la pandemia del COVID-19 que el día de hoy no ha logrado inocular al total de su población adulta y que se resiste a aceptar la vacunación de menores de edad contrario a las directrices de la organización mundial de la salud y las practicas de un buen número de países desarrollados en el mundo.
A esta crisis de la política exterior de nuestro país ha de agregarse la poca vocación del secretario de relaciones exteriores en turno cuyas miras están más puestas en su propia carrera política rumbo a la presidencia que a atender los temas urgentes del despacho que le fue asignado. Día con día los medios de comunicación señalan la falta de rumbo, los excesos, y las decisiones que en esta secretaría se llevan a cabo atendiendo poco o nada a la ley del servicio exterior y a las serie de leyes y reglamentos a los que debiera responder.
Los recientes nombramientos de cónsules generales y embajadores que tendrán bajo su responsabilidad la representación de México en los países a los que han sido designados es una prueba más de la crisis ya referida. . Personas con poca o nula experiencia en el área de las relaciones internacionales han sido nombradas para asumirse como embajadores y cónsules en Barcelona, Venezuela, Nicaragua, Brasil, Rusia y Panamá entre otros. Personajes como Pedro Salmerón, Claudia Pavlovich, Carlos Miguel Aysa, Laura Esquivel, Eduardo Villegas, entre otros son clara muestra que las designaciones políticas siguen empañando la que debiera ser una de las más prestigiosas actividades, representar a México en el mundo.
Algo que debe animarnos es que más allá de la visión centralista del quehacer internacional de nuestro país, donde los vínculos hacia el exterior son dominados por una secretaría anquilosada en vicios y prácticas poco legitimadas, cada día van ganando visibilidad acciones internacionales desde las entidades federativas y municipios. La paradiplomacia va ganando terreno paulatinamente, gobiernos estatales como el de Nuevo Leon se resisten a aceptar la lentitud de programas de extrema necesidad como lo es la vacunación de su población. El programa de vacunación transfronteriza gestionado y ejecutado por el actual gobierno de Nuevo León encabezado por Samuel García es un claro ejemplo que nos entusiasma pensar en que las cosas pueden hacerse mejor desde los gobiernos estatales y locales.
La autora es Doctora en Relaciones Internacionales, especialista en Asuntos Globales y Política Internacional. Profesora investigadora de la Escuela de Gobierno y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey.
